Un discurso con objetivos cumplidos

Madrid

El discurso de Pedro Sánchez ayer en el Congreso de los Diputados cumplió seguramente sus dos objetivos principales: conectó con la mayoría de los militantes y simpatizantes del PSOE y dejó la puerta abierta a una nueva negociación con Podemos en las próximas semanas.

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El tono del discurso fue uno de sus grandes atractivos. Sánchez no se metió en grandes detalles económicos ni sociales, pero imprimió a toda su intervención un indiscutible tinte socialdemócrata, poniendo el acento en la desigualdad, el paro y los derechos laborales y sociales de los ciudadanos, un mensaje que los militantes socialistas reconocen inmediatamente como propio. Además, el candidato socialista no empleó en ningún momento un lenguaje agresivo ni de confrontación, ni tan siquiera con el Partido Popular, aunque dejó perfectamente claro que el PP no puede ser socio en ningún gobierno de cambio, algo que seguramente no gustó mucho a Albert Rivera.

La idea de cambio fue, precisamente, la más recurrente en todo el discurso. Una oferta de cambio necesario y urgente que se ofreció todo el rato de manera directa a Podemos. Sánchez eligió hacer frente a la realidad de sus insuficientes votos con una actitud humilde, poco frecuente en los políticos, pero que muy probablemente sonó a música celestial en los castigados oídos de muchos ciudadanos, hartos de chulerías y descalificaciones brutales. A propósito, se equivocaría Rajoy si hoy reprodujera el tono grosero que usó ayer su portavoz parlamentario, Rafael Hernando. A la espera de los discursos de hoy, se puede pensar que Sánchez sigue sin tener los votos necesarios, pero que su discurso ha abierto un poco más la puerta a la negociación con Podemos y sus confluencias. Las nuevas elecciones se alejan, quizás, un poco.