La vida que esconde la madrugada
Hablar por Hablar despierta las conversaciones pendientes
La vida que esconde la madrugada
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Madrid
De un tiempo a esta parte nos sorprende comprobar que las madrugadas de Hablar por Hablar despiertan las conversaciones pendientes.
Antonio arrastra el recuerdo de la persona que le abrió los ojos a la vida. Tenía dieciséis años cuando salió con una chica de veinticinco y se hizo cargo de problemas que no le correspondían por edad. Dice que fueron sus padres los que presionaron para que dejara la relación. Que ha pasado horas frente a su casa, esperando que salga, para decirle que a sus cuarenta, felizmente casado, no ha podido olvidarla.
Ángela es transexual y dice que ejerce la prostitución para comer. Asegura que tiene el corazón vacío y que le ofende la frivolidad con la que se mira su realidad y el poco valor social que se le da al oficio.
Olvido se pasó la vida trabajando en las cocinas de restaurantes y nunca pudo celebrar los cumpleaños de su hija. Cuando ésta cumplió los cincuenta, le organizó una fiesta por todo lo alto. Una fiesta que vale por todas, las que no pudo darle estos años atrás.
Carmen le escribe cartas a su marido fallecido. Le cuenta cosas que nunca le dijo en vida. De esta manera, siente que lo tiene más cerca.
El mismo día que Ana perdía una hija, estaba dando a luz a otra. Quince años tenía la que se fue, y su madre no pudo despedirse de ella. Ni siquiera pudo acudir al entierro. Aunque no crió con alegría, la nueva maternidad alivió un poco el dolor.
77 años tenía Toñi cuando se encontró en el sofá del salón a su marido tratando de mantener relaciones sexuales con una mujer que tenían acogida en casa. Llevaban cuarenta años casados.
Marisa guarda con mimo las 127 cartas que se intercambió con su marido cuando empezó a trabajar en el sector de la refinería. Unas cartas que hoy repasan la historia familiar: desde que vivieron en Venezuela hasta su paso por los Emiratos Árabes.
Adrián estaba tan harto de ver cómo se le iba la vida a su hija, que la amenazó con irse de casa, si ésta no reconocía su problema de anorexia. Una amenaza que hizo que se pusiera en manos de un profesional. Este padre considera que fue la falta de comunicación la que le abrió la puerta a la desagracia. Desde entonces, los miembros de esta familia, dedican un día a la semana a hablar de cómo se sienten.
Marina guarda con amor una postal del año 57, que le envió su padre cuando ésta cumplió años. Un año más tarde perdería la vida en un accidente laboral.
Francisco tenía dieciséis años cuando le disparó a un hombre...había dejado embarazada a su hermana y no quería hacerse cargo del hijo. Lamenta que tuviera que pasar por prisión aunque no llegara a herirlo.
Hace unos días leí, en algún lado, que los que antes marcaban la conversación ahora la persiguen. Quizá por eso estos sean tiempos de conversaciones pendientes.