¿Hay algo preparado?

Madrid

Supongamos por un momento que los dirigentes de la Unión Europea no han tomado la disparatada decisión de trasladar por la fuerza a Turquía a las miles de personas, entre treinta y cincuenta mil, que están atrapadas en estos momentos por el cierre de las fronteras internas europeas. Supongamos que esas personas finalmente consiguen llegar a sus destinos y que el acuerdo de deportar a Turquía se refiere a los que comiencen a llegar a partir de ahora. Ellos, los nuevos, según lleguen, empapados y aterrorizados, a las islas del Egeo o de Italia, serán colocados en nuevas lanchas y devueltos a la costa turca. ¿Y quién les recibirá allí? ¿Alguien se hará cargo de esos hombres, mujeres y niños desesperados y les ofrecerá cobijo, comida, dispensarios y escuelas? ¿Ha preparado previamente algo la UE o simplemente espera que el gobierno turco se responsabilice de todo, ya que le paga? ¿Hay algo preparado para los dos millones y medio de refugiados sirios, afganos, iraquíes o eritreos o los miles de migrantes de cualquier nacionalidad que intentan llegar a Europa? ¿Todo consiste en amenazarles con que serán devueltos inmediatamente a Turquía, sean refugiados de guerra o no? La idea de que eso los disuadirá y de que esperarán pacientes el tiempo que haga falta, años, hacinados en esas tiendas de campaña, sin más, es absurda. ¿Por qué van a confiar lo más mínimo en una Unión Europea que, a las primeras de cambio, no ha respetado el derecho internacional al asilo?

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Los dirigentes de la UE saben que su plan servirá mucho más para acallar a la oposición de sus propios países que para solucionar el problema de una manera racional y efectiva. Saben que lo más probable que es que los refugiados empiecen a buscar rutas más largas y más peligrosas, con tal de abandonar esos campamentos infinitos en los que están recluidos y en los que ni ellos ni sus hijos (solo tres de cada diez van a la escuela) tienen el menor futuro.