Iglesias y los periodistas

Madrid

Si hablamos mal de Podemos somos sospechosos de ser obligados a hacerlo por nuestra empresa. Como cuando hablamos mal del PP. Por lo tanto, cualquier objeción al partido es puesta en cuarentena por deberse a intereses empresariales. Lo digo de forma ingenua porque del mismo modo que yo sé que Pablo Iglesias no piensa eso, muchos seguidores de Pablo Iglesias no conciben una crítica a Podemos desde la libertad de opinión. Y lo que se pretende es instalar la idea de que la información que no conviene es siempre una información viciada.

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Pero los periodistas pensamos por nosotros mismos cuando estamos de acuerdo con el líder y somos independientes cuando coincidimos con él. Si no es así es evidente que ocurre algo escandaloso. Eso le ha debido parecer a Iglesias en la Complutense para reaccionar de la que forma que lo hizo.

Hay un problema en la forma, pero hay otro mayor en la clá. El público que ríe, el público que aplaude, el público que celebra. Pablo Iglesias tiene derecho a criticar a la prensa (de hecho la prensa en España, desgraciadamente, es muy criticable), tiene derecho a poner en duda las informaciones que él crea tendenciosas, tiene derecho a hacer todo eso en el foro que crea conveniente. Pero se espera mucho más de Iglesias que la bajeza de nombrar doscientas veces a un periodista, con el viento a favor y sin derecho a réplica. Señalarlo en público para soltarlo luego a los fans como un trozo de carne.