El desencanto
"A nadie le importa ya si formar gobierno era o no difícil y mucho menos quién tiene la culpa"

Madrid
La democracia española no se parece a las demás. Ni por sus orígenes, ni por sus principios fundacionales, ni por su evolución histórica. España ha sido, durante cuarenta años, el paraíso del bipartidismo y algo más, un fortín absolutamente impermeable, inasequible al control de los ciudadanos. Los españoles votamos cada cuatro años para asistir después, en la impotencia más absoluta, a la gestión que los políticos hacen de nuestro voto. El poder es como el premio gordo de una rifa. Si te toca, te lo llevas a tu casa y nadie, nada te lo quita. Por eso ha sido tan fácil corromper durante tantos años a nuestros políticos. Por eso, pase lo que pase, parece que aquí nunca pasa nada.

JAVIER JIMÉNEZ BAS

JAVIER JIMÉNEZ BAS
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En esta situación, los españolitos solo tenemos un arma, otra especialidad genuinamente nacional. Se llama desencanto, y es una pasión negativa, masiva, mortífera. Quienes nos emborrachamos con las vanas burbujas de la Transición la conocemos bien. Entonces, pasamos de 100 a 0 en un suspiro. Ahora, estamos batiendo nuestro propio récord. A nadie le importa ya si formar gobierno era o no difícil, y mucho menos quién tiene la culpa. Esas menudencias resultan insignificantes frente a la sensación de que vivimos en un país que ha caducado, un desencanto que va más allá de los partidos políticos para afectar a casi todos los ámbitos de nuestra vida, desde las instituciones del Estado hasta los medios de comunicación. Una vez más, a los españoles solo nos queda el fútbol. Pero esta vez, no es culpa nuestra.




