Nadal puede con Sousa y con los elementos
El tenista balear supera a Joao Sousa 6-0/4-6 y 6-3 en un partido muy complejo marcado por la lluvia y el cierre del techo de la Caja Mágica
El partido arrancó 7-0 de Nadal en puntos, en ocho minutos ganaba ya 3-0 y en menos de 25 ya campeaba un brillante 6-0 por el marcador de la Manolo Santana. Fue un abrir y cerrar de ojos en el que Rafa desarboló a su rival a base de derechas cruzadas, justo el golpe en el que aún tiene más margen de recuperación.
A Sousa el partido le pilló en frío, como desorientado por el tiempo cambiante, el tenista de Guimaraes no pudo poner en práctica su tenis de ritmo y golpes de recorrido corto. Hasta el segundo juego del segundo set Sousa no logró ponerse de derecha y dominar a su rival, seguramente su jugada más peligrosa.
Chaparrón, cierre de la caja y otro partido
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Con 3-2 a favor de Nadal y bola de break a favor el chaparrón se hizo presente en la pista y el partido tuvo que ser detenido momentáneamente. El techo paradójicamente fue agua bendita para Sousa, un jugador cuyos dos únicos títulos han sido a cubierto. El discípulo de Fred Marqués no sólo salvó esa bola de rotura sino que se enganchó al partido por completo.
Su derecha comenzó a ser mucho más rapida y Nadal empezó a verse amenzado por primera vez en toda la temporada de tierra. Joao dominaba los puntos, se jugaban a lo que él quería, de lado a lado, corriendo mucho y pegando casi siempre en carrera. Nadal tembló y cedió su saque con una bola larga de revés que supuso de facto el empate a un set.
Con el inicio del set definitivo Sousa sintió que podía ganar y eso le hizo dudar. Nadal lo vio y pese a no jugar bien hizo que su rival tuviese que esforzarse y cansarse, rompiendo el ritmo impuesto en el segundo. Anduvieron parejos hasta el 4-4 y allí Nadal sacó su versión más mordaz, lazando bolas largas, levantando la bola todo lo que alto que la humedad le permitía y logrando un break crucial.
Victoria muy dura, de las más complicadas de Nadal en esta gira de arcilla. En definitiva, una victoria sin brillo pero con tesón y fe, que dará a Nadal otro punto de vista de cara al partido de semifinales frente a Murray. La final de 2015 se repite éste sábado y en esta ocasión Rafa llega con otra cara.