Max Jury, el idealismo de la juventud

La mitad de los músicos estadounidenses se han criado en ciudades musicales, la otra mitad en pueblos o ciudades en las que un adolescente no tiene nada mejor que hacer que montar una banda de rock. Max Jury pertenece a la segunda categoría.

Este músico, nacido en Iowa hace 21 años, edita este mes su primer álbum, un disco homónimo de 11 canciones que confirman lo que el joven había apuntado en sus dos EPs previos, entregas que le valieron para ser telonero de grandes nombres y para recibir la atención de la prensa.

El primer disco de Max Jury es una interesante de colección de canciones folk, country y soul con un toque personal. Un disco que puede resultar adictivo con canciones como ‘Beg and crawl’, ‘Home’ o ‘Grace’, temas que introducen un sonido que remite a los Wilco más pausados o a los cantautores folk con tintes pop como Gram Parsons. El álbum de debut de Jury es una buena carta de presentación para un chico que abandonó su casa para estudiar en la Berkeley School of Music y comenzar una carrera musical.

Jury pertenece a una generación distinta, una quinta que vuelve la cabeza al pasado para retomar géneros y estilos bien presentes en la memoria de los oyentes, a temáticas que son constantes en la música, la soledad, la carretera, los amores rotos. Pero Jury ofrece un disco fresco, un álbum que remite al pasado pero que suena actual. En el último año la vida de Jury ha dado un importante giro desde que se encerró en un estudio de Nueva York, el legendario Electric Lady, para comenzar a grabar un disco que ha cambiado su vida. El álbum del joven de Iowa ha recibido el aplauso generalizado de la prensa, un importante empujón que confirma las expectativas levantadas con sus primeras canciones. Ahora le espera un año de carretera, un buen viaje para que estas canciones encuentren su camino y Jury la nueva ruta para seguir componiendo.