La vida más allá de las redes
La perplejidad en la formación morada es tal que, tres días después de las elecciones, sus dirigentes, la mayoría politólogos, todavía no han dado una opinión política sobre lo ocurrido
El editorial de Pepa Bueno: 'La vida más allá de las redes'
03:19
Compartir
El código iframe se ha copiado en el portapapeles
<iframe src="https://cadenaser.com/embed/audio/460/001RD010000004189158/" width="100%" height="360" frameborder="0" allowfullscreen></iframe>
Madrid
Podemos sufrió el domingo el primer frenazo de una carrera meteórica. Frenazo en seco, brutal, en función de las expectativas que había creado, y una sangría de un millón cien mil votos en seis meses, a pesar de haber sumado sus electores potenciales a los de Izquierda Unida.
La perplejidad en la formación morada es tal que, tres días después de las elecciones, sus dirigentes, la mayoría politólogos, todavía no han dado una opinión política sobre lo ocurrido. Se remiten al estudio demoscópico que hace ya el mismo equipo que analizó las encuestas de todos los medios que situaron a Podemos como segunda fuerza por encima del PSOE, e incluso disputándole al PP la mayoría.
Los periodistas no somos politólogos, ni sociólogos pero sí olfateamos las ganas y la necesidad de cambio que había en este país el 20 de diciembre. Lo mal que lo pasa tanta gente que nos llama a la radio, el desamparo de quienes se quedaban sin ninguna prestación tras el paro, las cuentas que tienen que hacer las parejas jóvenes para irse a vivir juntos, no digamos para tener hijos, la pena de tantos padres con los hijas lejos o con los hijos malgastando carreras en trabajos ínfimos y mal pagados, la urgencia de cambiar leyes injustas… Y comportamientos infames en instituciones o empresas públicas…
Y a todos ellos les dijeron en el mes de marzo que no había prisa, que lo que votaron en diciembre no servía, que había que esperar y volver a votar porque pactar con partidos diferentes ideológicamente es más difícil que sobrevivir con 400 euros al mes, que compartir la pensión con toda la familia y pagarte los medicamentos, que decirle adiós en el aeropuerto a una hija que se va a servir copas en un pub de Londres con una carrera y dos másteres o que calcular si antes de los 40 años vas a poder hacer planes de futuro.
Eso pasó en marzo, en medio además de la banalización de la política convertida en puro espectáculo. Después vino la alianza apresurada con Izquierda Unida, la estrategia ‘atrapatodo’, la burbuja de las encuestas, la agitación en el reducido barrio de las redes sociales, la campaña de la polarización, el miedo y el todos contra Podemos, la incertidumbre internacional y la guinda del ‘Brexit’.
Los expertos dirán qué de todo esto tuvo más o menos influencia. Eso sí, se equivocarán los que piensen que se acabó Podemos: tienen cinco millones de votos y 71 diputdos. Pero los que en diciembre tenían urgencia por ver algo de luz, los que en marzo la seguían teniendo, los que a 29 de junio la tienen todavía, ya saben que todo este viaje ha servido de momento para que, con toda probabilidad, siga gobernando el PP.