Del horror a la impotencia pasando por la conmoción

Madrid

Se puede decir que Francia ha pasado del horror a la conmoción y ahora, con el del pasado jueves, a lo que podría ser los primeros síntomas de una sensación de impotencia frente al terrorismo. En paralelo, la unidad de todas las fuerzas democráticas se diluye. Entre una posición y otra, ha habido más 200 muertos en suelo francés.

Los disparos contra una patrulla de la policía y los gritos de "Alá es grande" lanzados por los hermanos Kouachi aún resuenan en la memoria de los franceses. Acababan de acribillar a 13 personas en la redacción de Charlie Hebdo. Este atentado, el más grave desde 1961, se percibió inicialmente como señala la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, como un ataque contra la libertad de expresión.

Los franceses se unieron en las plazas de las principales poblaciones para gritar "Je suis Charlie" contra la barbarie. El Presidente François Hollande, cuya popularidad había comenzado a declinar, intentó transformar el impulso popular en unidad política. Y lo consiguió. Hasta Marine Le Pen se suma a la gran manifestación parisina. Nace así el llamado "espíritu del 11 de enero".

Todo cambia en noviembre del año pasado

El grupo Eagles of the Death Metal tocaban en el Bataclán. Un local del Este de París. El barrio en el que se mezclan las culturas, las razas y las religiones. Muchos jóvenes son abatidos en los veladores de los locales mientras disfrutan de la noche de un viernes. El golpe deja conmocionado a un país y en silencio a una ciudad que aún no se ha recuperado. Hollande se enfunda el traje de jefes de las fuerzas armadas y habla de guerra contra el terrorismo. Pero las críticas afloran en la derecha.

Nicolas Sarkozy, con el aliento en la nuca de Marine Le Pen, reclama un cambio en la estrategia en materia antiterrorista y Hollande se derechiza y decreta un estado de emergencia que supone medidas excepcionales que no gustan en la izquierda.

Niza ponte todo en cuestión. Este "debemos vivir con el terrorismo" le suena a fatalismo, pero sobre todo a "mala gestión" a la oposición, como comentaba Griselda. Y el "espíritu del 11 de enero" se diluye como unos azucarillos en las aspiraciones electorales de Sarkozy y Hollande.