El renovador del cine musical
El 25 de julio se cumplen 30 años de la muerte del director Vincente Minnelli, maestro del musical y de otros géneros.
Madrid
A finales de los años 30 el cine musical americano estaba dominado por las coreografías calidoscópicas de Busby Berkely y los bailes elegantes de Fred Astaire y Ginger Rogers. Vincente Minnelli sentó las bases de un cine musical diferente y más natural que se impondría en los años siguientes. En él se buscaban nuevos espacios donde situar los números musicales y estos sucedían con total naturalidad dentro de la escena.
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Minnelli pertenecía a una familia de teatro y allí empezó su carrera desde abajo. Fue tramoyista, diseñador de vestuario y un sin fin de oficios más hasta acabar dirigiendo revistas musicales. En 1937 entró en la nómina de la Metro donde también empezó por abajo desempeñando todo tipo de trabajos. Aquello le sirvió para aprender el oficio pero lo que él quería era dirigir películas y no paraba de presentar proyectos. Por fin en 1943 el jefazo de la Metro, Louis B. Mayer, decidió arriesgarse con él y le puso al frente de “Una cabaña en el cielo”, un musical de serie B protagonizado por actores negros y destinado a un público también de color que sirvió para lanzar la carrera de la gran Lena Horne.
Tras la experiencia Vincente Minnelli se convenció de que había llegado su momento. Uno de los proyectos con los que llevaba tiempo insistiendo era “Cita en San Luis”, un musical difícil de vender porque la historia resultaba sobre el papel demasiado insulsa. Solo contaba un año en la vida de una familia. Además estaba empeñado en hacerla con Judy Garland, una de las grandes estrellas del estudio, por lo que tendría que ser una película grande. Tras muchas dudas Mayer volvió a confiar en él y Minnelli no le defraudó. “Cita en San Luis” es uno de los musicales más deliciosos de la historia y cuenta con algunos números inolvidables como el del tranvía.
Vincente Minnelli sentía una gran admiración por Judy Garland. Durante el rodaje la admiración fue más allá de lo profesional y meses después anunciaron su boda. Tuvieron una hija, Liza, y rodaron algunos musicales más como “Ziegfeld Follies” o “El pirata”. Pero para entonces ya habían empezado los problemas mentales y de salud de Judy Garland. Cada vez estaba más enganchada al alcohol y a las pastillas. Durante el rodaje de “El pirata” intentó suicidarse cortándose el cuello con un cristal. Llegaba tarde a los rodajes y a veces desaparecía durante días, encerrándose en casa sin salir. Finalmente la Metro rescindiría su contrato y poco después se divorciaría de Minnelli.
El director ya había decidido por entonces probar suerte fuera del musical. Rodó con buenas críticas el drama “Madame Bovary” pero sobre todo tuvo un éxito arrollador con la comedia “El padre de la novia” protagonizada por Spencer Tracy y Liz Taylor. Pero Minnelli no olvidaba su especialidad, el cine musical. En 1951 dirigió una de las cumbres del género, “Un americano en París”, película que se cerraba con un número musical de 18 minutos de duración.
Otros musicales como “Brigadoon”, “Kismet” o “Melodías de Broadway 1955”, protagonizada por unos maravillosos Fred Astaire y Cyd Charise, están entre lo mejor de su producción de la década de los 50 en la que también dirigiría excelentes cintas de otros géneros. Por ejemplo “Cautivos del mal”, una de las mejores películas que se han hecho sobre el mundo del cine, o “El loco del pelo rojo”, el drama que contaba la vida del pintor Van Gogh.
Sin embargo Minnelli parecía no contar demasiado para la Academia de Hollywood. Hasta entonces tan solo había conseguido una nominación por “Un americano en París”. Por fin pudo desquitarse con otro de sus musicales más famosos: “Gigí”. La película arrasó en la ceremonia de los Oscar de 1959 llevándose nueve estatuillas incluida una para Minnelli como director.
Minnelli parecía estar en la cima de su carrera. Rodó entonces algunos melodramas notables como “Con él llegó el escándalo” o “Como un torrente” pero cuando quiso volver a su género preferido la cosa cambió. En 1961 estrenó su último musical con la Metro, “Suena el teléfono”, que resultó un fracaso rotundo. De repente el tipo de películas musicales que hacía él ya no gustaban y se imponían nuevos estilos como el que representaba “West Side Story”.
El director lo aceptó con deportividad y volvió al melodrama pero lo que estaba tocado no solo era el musical clásico sino todo el sistema de estudios en el que él había crecido. “Dos semanas en otra ciudad”, su película de 1962, describe el declive de Hollywood y se pueden encontrar en ella muchos paralelismos con la propia carrera del director.
La Metro disolvió su división musical, el gran orgullo del estudio, y poco después quebró. Ya fuera de la Metro Minnelli rodaría algunas películas más con su propia productora. Con “Nina”, su último film, rodado en 1976, pudo al fin dirigir a su hija Liza Minnelli. Pero su tiempo había pasado y Minnelli lo sabía. El director se retiró a su casa de Beverly Hills y allí pasó los últimos años de su vida. Murió el 25 de julio de 1986 a la edad de 83 años dejando a sus espaldas 34 películas en las que hay obras maestras de todos los géneros: comedias, melodramas y sobre todo, algunos de los mejores musicales que han llenado la pantalla.
Antonio Martínez
Lleva más de 30 años en la SER hablando de cine y de música. Primero en 'El cine de Lo que yo te diga',...