Anna Freud, una mujer reprimida por las ideas de su padre
El libro de Elisabet Riera ofrece una mirada biográfica a través de la hija del famoso psicoanalista
Madrid
Los avances que realizó Sigmund Freud en la disciplina del psicoanálisis se ampliaron también gracias a el trabajo de su hija menor Anna Freud, quien heredó las inquietudes de su padre. En Hoy por hoy con Macarena Berlín hemos intentado ponernos en su piel a través del libro biográfico Fresas silvestres para Miss Freud, de la periodista Elisabet Riera, quien nos ha acompañado en el programa.
Anna Freud estuvo durante cuatro años psicoanalizada por su padre
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"A través de las cartas que le escribía a su padre se descubre a una mujer con una personalidad fascinante", declaraba Riera al comienzo de su entrevista con Macarena Berlín. Su libro es fruto de una investigación basada en hechos reales que plasma la lucha interna entre los deseos y la razón de Anna. La escritora ha explicado que el título responde a esa misma idea: las flores silvestres se convierten en los deseos reprimidos que marcaron toda su vida.
Las cartas en su etapa más joven muestran a una niña que adora a su padre. "Son fragmentos muy expresivos. Con muchos signos de exclamación, muy emotivos, tono infantil y muy apasionado", comentaba.
Su etapa adulta estuvo marcada por la presencia de una mujer, Dorothy Burlingham, con la que compartió una estrecha relación durante cincuenta años. Se sospechó que pudieran tener una relación más allá de la amistad aunque ella lo negó en alguna ocasión. "Yo diría que entre ellas había también amor, aunque un concepto muy amplio de amor", opinaba la periodista.
Su padre estuvo presente durante toda su vida. Ella fue un gran apoyo para él cuando contrajo cáncer de mandíbula. Además, se convirtió en su discípula y orientó su investigación en el psicoanálisis infantil. Sin embargo, las inquietudes de Anna chocaban a menudo con las de su padre. "Él se preocupaba porque fuera heterosexual y quería enmarcarla en una feminidad al uso", explicaba Riera. "Muchas de las represiones de los deseos de Anna estuvieron marcadas por la mirada de su padre", añadía.
Freud tenía una opinión muy controvertida sobre las mujeres. Sostenía que tenían capacidades inferiores a los hombres y que se sentían envidiadas por los genitales masculinos. "Desde su que Anna era pequeña, su padre procuró reprimirle sus impulsos masturbatorios. Él creía que le pervertiría su sexualidad adulta", comentaba la periodista.
Por desgracia, la labor que desempeñó Anna Freud no tuvo tanta notoriedad como la de su padre. En Inglaterra también la conocieron por la labor social que desempeñó durante la Segunda Guerra Mundial, cuando abrió una guardería infantil. "Era como un refugio de guerra para los niños y huérfanos afectados por los bombardeos alemanes sobre Londres", relataba Riera.