Andan días iguales persiguiéndose

Cuando hay sesión de investidura el Congreso es como esas fábricas industriales que lo fueron todo en la ruta del bakalao, y que ahora, en cada sesión de investidura, se homenajea a sí mismo recordando lo que fue. Quizás sea eso lo que me inspire, especialmente el hemiciclo: un after que reúne cada cinco meses a los antiguos alumnos.

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Desde fuera quizás se vea de otra manera. Fuera estoy yo, que no hago vida de corresponsal parlamentario. Es decir, tengo la autoridad que me da el desconocimiento. Yo recuerdo que en aquel debate sobre Cataluña, cuando parecía que lo que aquí se estaba jugando era la unidad de España, me dediqué a recorrer los bares de alrededor. No para beber, que debería, sino para saber qué había en la tele y de qué se estaba hablando en la barra. Y observé una profunda desconexión. No la de Cataluña, sino la de la sociedad española con sus representantes. Concretamente con lo que estaba ocurriendo aquí dentro. He de decir que esto ha ido a más. Que la situación no ayuda, y que como siempre, el primero que lo ha entendido es el PP.

La intervención de Rajoy ayer, como dijo Rafael Hernando, me pareció brillante. Brillante si no la hubiese escuchado nadie. Pero es que realmente es probable que no la escuchase nadie. Los diputados, los periodistas, y muchos oyentes y lectores, si me apuras, somos expertos involuntarios en crear burbujas. En darle solemnidad e importancia a cosas que la tienen, pero que a lo mejor la gente ya no se la concede.

Mira: ayer el diario más leído de España, ‘El País’, no le dio a la sesión de investidura todas las columnas de la web en su portada. Una quedaba libre para otros asuntos de actualidad, temas por cierto que estaban siendo más leídos. Ahora mismo, entre las diez noticias más leídas del periódico, no hay ninguna referente a la sesión de investidura. El periódico está abriendo con ella, pero no hay ninguna. Es probable que a Rajoy ayer no le escuchase nadie, y es más probable aún que lo supiese perfectamente.

Hay un verso de Neruda que siempre me ha gustado: “Andan días iguales persiguiéndose”. Cuando algo se repite, ya sea una sesión de investidura o un atentado, pierde valor informativo. El discurso de ayer, probablemente los discursos de hoy, ya los hemos vivido. Pero nos seguimos jugando lo mismo que entonces, ni más ni menos que un gobierno. Hace siete años se murió Paul Newman: ahí ya no nos estamos jugando nada. Y es la tercera noticia más leída de la web de ‘El País’. Parece una broma macabra: repetir el pasado es territorio del cine, del mismo modo que los escritores malditos son maravillosos en las páginas. En la vida real, cansan.