Natalie Portman se reencarna en Jackie Kennedy y se posiciona cara a los Oscar
El director chileno Pablo Larrain triunfa en Venecia con una Jackie Kennedy atormentada por el luto y la posteridad
Natalie Portman se pone en camino de su segundo Oscar con esta interpretación.
Venecia
Lánguida por fuera, inflexible por dentro. Así es la Jackie que Natalie Portman encarna. La película narra los días siguientes al asesinato de su marido el 22 de noviembre de 1963, y cómo ella tomó todas las decisiones sobre el entierro y la puesta en escena de su salida de la casa Blanca.
El chileno Pablo Larraín (Tony Manero, Post Mortem, No, El Club) heredó este proyecto de Darren Aronofski, y aborda a este personaje con una mirada desabrida y sobria, que nada tiene que ver con el cliché. Para Natalie Portman, Jackie Kennedy era un personaje caleidoscópico: “Una mujer joven, un símbolo para muchos, madre, esposa, esposa engañada y sobre todo, una mujer buscando su lugar en el mundo”. Portman irradiaba alegría esta mañana ante la prensa, la acogida por parte de la crítica ha sido extraordinaria, y tras el Oscar que ganó en 2011 por El Cisne negro – que también presentó en Venecia- se pone de nuevo rumbo al premio de Hollywood.
La actriz, sin embargo, ha cedido todo el mérito al talento del director chileno, que, en efecto, ha aparcado los tópicos y ha creado a una Jackie real, pero alejada del biopic literal. La Jackie de Larraín es perturbadora y frágil, vanidosa y digna, patética y tierna. De hecho, el director dice no haber hecho un biopic: “Lo que hemos creado a través de la ficción y el cine es una ilusión que habla del dolor, la belleza y el deseo. La cuestión del parecido físico es irrelevante. Lo que me preocupaba era qué momento el público iba a dejar de ver a Nathalie para pasar a ver a Jackie”. Definitivamente lo consigue y además, crea una nueva reflexión sobre la ambición de dejar huella en la posteridad.
En cambio, Terrence Mallick decepciona con su documental sobre la belleza del planeta Tierra titulado ‘Voyage of Time’, un viejo proyecto con imágenes de la naturaleza al estilo National Geografic que no levanta el vuelo. Resulta una película de retales, con poca armonía visual y una forzada narración de Cate Blanchett a modo de voz de la conciencia. Como es habitual, el director no ha venido a Venecia a defender su película.