Martes y trece
No es supersticiosa, pero los martes y trece no le gustan

Madrid
No es supersticiosa, pero los martes y trece no le gustan. No le preguntes por qué. No le ha pasado nunca nada, quizás sea porque evita todos los peligros de los martes y trece. No pensemos en lo obvio, los gatos negros, embarcarse, casarse...
No, Sonia evita los otros peligros. No le levanta la voz al jefe. No le levanta ni la mirada. También huye de los conflictos con los compañeros. Sabe que paga ella los cafés más veces de las que le corresponde, pero no va a crear un mal ambiente por un café. No se ofrece voluntaria para nada, pero si le piden que se quede un poco más de tiempo, lo arregla para que su madre recoja a los niños.
Con eso la mitad del día ha quedado resuelta. Pero muchos otros problemas acechan en casa. Media entre los niños, que desde se pelean como hienas, da la razón al mayor, aunque sabe que es injusto pero si no lo hace, le amargará la tarde, y ya se le ocurrirá cómo compensar al menor. Hace dos llamadas, recibe tres, contesta neutros aja, ajá, a su madre,
No es supersticiosa, pero los martes y trece no le gustan. No le preguntes por qué. No le ha pasado nunca nada. Nunca. Sonia evita todos los peligros. Sea martes y trece, sea el día que sea.




