Expectativas cumplidas
Aitor ha cumplido su parte del pacto, y ahora le corresponde a sus padres mantener la suya

Madrid
Aitor ha cumplido su parte del pacto, y ahora le corresponde a sus padres mantener la suya. Estudió durante todo el año, sus notas han mejorado, y además, durante el verano, ha llevado a cabo las tareas de casa que le encargaron. Más o menos. Este punto es mejor no mirarlo muy de cerca.
Hubiera sido capaz de sacrificios mucho mayores, porque no hay nada que desee en la vida más que un perro. Está nervioso: las palmas de sus manos se han cubierto de sudor, y sus ojos brillan de anticipación. Tiene claro qué es lo que quiere. Un cachorrito de labrador, esponjoso y dócil, al que enseñar nuevos trucos y pasear con sus amigos. El nombre varía cada día. ¿Minion? ¿Pokemon? ¿Campeón? En la perrera, los animales elevan las orejas cuando escuchan el menor ruido, y un chucho de pelo enredado y ojos amorosos le mira. A Aitor se le derrite el corazón. Se ha enamorado.
-Éste, -dice, sin dudarlo un instante, y el que será su mejor amigo sale de la jaula y baila enloquecido a su alrededor.
Los padres se miran.
- Es muy feo -murmura la madre.
-Es feo, feo -concede el padre.
- En fin, qué se le va a hacer.
Y los cuatro, la nueva familia, emprenden el camino a casa.




