La relación de Pablo Escobar con los narcos gallegos que no cuenta la serie
Los contrabandistas gallegos dieron el salto a la 'coca' de la mano de carteles colombianos
Muchos capos de Medellín y Cali aterrizaron en España para expandir su negocio en Europa
El libro 'Fariña', de Nacho Carretero, desvela todos estos vínculos y su modus operandi
Madrid
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TELEVISIÓN | La relación de Pablo Escobar con los narcos gallegos que no cuenta la serie
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A lo largo de sus dos temporadas, 'Narcos', siempre rodeada de polémica por el debate entre realidad y ficción, ha relatado el ascenso y caída de Pablo Escobar, el mayor traficante del mundo. El líder del cartel de Medellín construyó un imperio con sus laboratorios en la selva y sus exportaciones a medio mundo. Un hombre poderoso y sanguinario que se convirtió en el objetivo número uno de las autoridades y la DEA.
La serie muestra esa relación de los narcos colombianos con el mercado americano, la llegada de la cocaína a Miami y Nueva York, pero también tuvieron conexiones con España, con los clanes de contrabandistas gallegos. ‘Fariña’, el exitoso libro del periodista y reportero Nacho Carretero, desvela todos estos vínculos.
“El narcotráfico gallego nació en Carabanchel”
En los años 80 y 90 el norte de España vivió una de sus épocas más turbulentas. Galicia tuvo también sus años de plata, menos de plomo -por suerte-. El saltó empezó en Panamá. “Los principales contrabandistas gallegos, como Sito Miñanco, por ejemplo, lavaban su dinero en Centroamérica y ahí tenían un montón de empresas tapadera, que era el sitio donde precisamente los capos colombianos también blanqueaban el suyo y tenían sus imperios financieros”, explica Carretero. A partir de repetidos viajes a Panamá, Sito y otros clanes gallegos coincidieron con los colombianos, que les descubrieron una sustancia mucho más rentable y fácil de transportar. “Algunos contrabandistas gallegos no quisieron dar ese paso, otro sí. Los que lo dieron, como tenían años de práctica y una infraestructura muy montada, lo hicieron tan bien que los adoptaron como socios prioritarios en Europa”.
Una de las culpables de esta conexión fue una mujer. Odalys Rivera, sobrina de un ministro del general Noriega, mantuvo una relación sentimental con Sito Miñanco en Panamá. “Ella era azafata en el aeropuerto y él iba mucho. Fue uno de los enlaces, una de las personas que le proponen dar el salto y, por tanto, tiene un papel fundamental”, apunta. En la serie ‘Narcos’ apenas hablan de Europa pero los carteles colombianos, cuando tuvieron problemas para exportar a EEUU, pusieron sus ojos en Europa. Además de ese canal que tan bien describen con Miami y Nueva York, había otro paralelo que conectaba Colombia con Europa y un paso fundamental era Galicia.
El asesinato del ministro de Justica colombiano paraliza los envíos y los capos huyen. Escobar lo hizo a Nicaragua pero sus segundas líneas aterrizan en Madrid y, con ellos, también el jefe del cartel de Cali, Gilberto Rodríguez Orejuela, que sí aparece en la serie. Por Galicia también pasaría Carlos Castaño, jefe del grupo paramilitar que en esta segunda entrega sale de la selva para participar en la caza de Escobar. “Gilberto acaba detenido en Madrid, y otro gran capo, Ramón Matta Ballesteros, que en la serie no sale, se va a vivir a A Coruña. Este desembarco afianza el negocio con los gallegos. Y una de las grandes conexiones tiene que ver con la cárcel de Carabanchel, cuando los hermanos Ochoa, del cartel de Medellín, y Gilberto Rodríguez van a esa prisión allí están los grandes contrabandistas de tabaco. Dentro de la cárcel se consolida esa relación y el negocio y, por eso, muchas veces en las Rías Baixas decimos que el narcotráfico gallego nació en Carabanchel”, cuenta Carretero.
La connivencia de las autoridades
“Cuando están encarcelados Orejuela y los hermanos Ochoa, EEUU pide insistentemente su extradición. No se sabe porque no se atiende la petición de la administración Reagan, pero al cabo de unos años son devueltos a Colombia, donde alcanzan la libertad enseguida”. En las memorias de 'El ajedrecista’ –como apodaban a Orejuela- cuenta que fue gracias a pagar al Gobierno español y a la Audiencia Nacional. E incluso relata que el jet que los lleva de Carabanchel a Bogotá es propiedad de Pablo Escobar. “Es un capítulo más que no ha hecho mucho ruido en España”, subraya el reportero. Hasta un miembro de ETA, que también estaba en Carabanchel y que sí aparece en la serie con el gracioso apodo de El español, colaboró con la ola de terror que impuso el cartel de Medellín al instruirlos en el uso de explosivos.
El modus operandi
Cuenta Carreterro que cuando hacían y hacen envíos desde Colombia, mandan la cocaína en barcos, pesqueros o cargueros. “Los gallegos son los encargados de introducirla en tierra y, una vez aquí, los colombianos, que tienen oficinas, la recuperan y la distribuyen. Mientras se lleva a cabo esa operación, los colombianos quieren asegurarse que nadie les robe, quite o engañe. Suelen pedir una fianza humana, un miembro del clan gallego se tienen que ir y vivir allí, a cuerpo de rey, esperando que no haya problemas para volver. Hay dos o tres gallegos que desaparecieron, nunca más se supo”.
En cuanto a las retribuciones, dependía del trato, pero solía ser 70% para los colombianos y 30% para los gallegos. “A veces, en las grandes épocas, Sito se quedaba con la cocaína para distribuirla. Pero más tarde ya empezaron a revender y dejaron en manos de los colombianos el reparto por toda Europa”.
La rivalidad entre los clanes gallegos no era menor que la de los carteles entre sí, pero la violencia sí. “Había negocio de sobra y no era una cuestión territorial, no operaban por zonas”. Hay algún caso de un gallego que se pasó de listo y se quedó con parte de la mercancía. No acabó bien. “Entre Los Charlines y Los Caneos se llevaban bastante mal, y los segundos se chivaron al juez Garzón. Los Charlines llamaron a los sicarios del cartel de Cali, que entraron a tiros en la casa del clan en Cambados. En Arousa y las Rías Baixas se dice que cuando suena acento colombiano, la gente de ese mundo se queda en casa”, relata.
Sito, el mini-Escobar
¿Por qué Sito Miñanco es el Pablo Escobar español? “Porque quería serlo. Le copiaba hasta estéticamente, el bigote, las camisas… Por ejemplo, compró el equipo de fútbol de Cambados y casi lo sube a segunda desde quinta división. Patrocinaba las fiestas, era hijo predilecto, financiaba las campañas políticas. Por ejemplo, un vecino caía enfermo y él pagaba el tratamiento. Era un padrino a la gallega y fue el que más cerca estuvo de considerarse un mini Pablo Escobar”.
A todo este negocio le rodeaba lo que Nacho Carretero llama narcocultura. “En Galicia nace el contrabando en posguerra por ser una zona muy aislada y atrasada económicamente. Vieron en el contrabando con Portugal y marítimo una opción de tener medicinas y luego generar empleo y riqueza con el tabaco. La gente no lo veía como algo no aceptable, sino positivo para una sociedad con muchas carencias abandonada por el Estado. Y así surge esa inercia de aceptar muchos años algo ilegal o alegal. Cuando llegó el narcotráfico, esa cultura de aceptación estaba bastante enquistada. Se seguía viendo a los capos como benefactores sociales”. Además ellos tenían un marketing muy cuidado. “Los principales contrabandistas tenían la insignia de oro de Alianza Popular y eran amigos de Manuel Fraga. Había alcaldes que eran contrabandistas y narcotraficantes. La frase de que Galicia estuvo a punto de ser Sicilia es casi verdad porque ellos llegaron a tejer una especie de contraestado, un poder alternativo”.
La situación actual
El narcotráfico no ha desaparecido en Galicia. “Sigue siendo una de las principales vías de entrada de cocaína en Europa pero todo eso de pazos, descapotables y fiestas quedó atrás. Se dieron cuenta de que la ostentación es lo que acabó con ellos”, explica. Hoy en día hay grupos y clanes pero son muy opacos, muy discretos, muy eficaces desgraciadamente para las autoridades y no son tan conocidos. No permiten esa literatura y ni ocupan tantas páginas de periódicos. Por debajo, hay otros grupúsculos, nietos de los grandes capos, lancheros… “La Policía estima que hay 12 o 14 planeadoras que son capaces de plantarse en mitad del Atlántico en apenas 20 horas. Sigue siendo un modus operandi muy frecuente”.
Tras el estreno de la segundo temporada, Netflix confirmó que habría dos entregas más de la serie. Y Nacho Carretero tiene claro que si se atienen a la realidad, España debería ocupar una de las tramas. “El cartel de Cali se hizo un socio principal de los narcos gallegos y un canal económico muy importante. Tendría que estar muy presente”. En España también tendremos nuestra serie de narcotraficantes en 2017. El periodista vendió a la productora Bambú los derechos del libro tras su publicación y ya se trabaja en su adaptación. Carretero participa de asesor de guión y el estreno de 'Fariña' está previsto en Antena 3 el próximo año.