Limpieza general
Silvia, muy a su pesar, comienza a vaciar los armarios, porque tiene que hacer sitio para las cosas de Andrés, que se vuelve a casa en unos días

Madrid
Lo ha estado retrasando todo lo que ha podido, pero no dede demorarlo más. Silvia, muy a su pesar, comienza a vaciar los armarios, porque tiene que hacer sitio para las cosas de Andrés, que se vuelve a casa en unos días. Su aventura de independencia ha resultado de corta duración, y regresa a casa de mamá, que ya le había cogido el gusto a eso de vivir sola. No hay mal que por bien no venga, y Silvia ha decidido aprovechar para una limpieza general, siempre pospuesta por la pereza.
Abre cajones, tira ropa vieja, apuntes amarillentos de la carrera, y encuentra una caja que casi había olvidado. Se sienta en el suelo y comienza a leer viejas cartas, postales chillonas de cumpleaños y regalitos sin importancia que guardaba en aquellos años. Ni siquiera recordaba habérsela llevado de la casa de sus padres. Su juventud en una caja de cartón. Cuando encuentra la carta, todo lo que la rodeaba en aquel momento aparece de pronto: el desgarro de la traición, el olor de su colonia, la ingenuidad de sus veinte años y la pérdida de la inocencia. El amor hacía daño, había decidido entonces, y durante mucho tiempo había vivido de acuerdo con esa creencia, hosca y vacía. Cuánto tiempo perdido. Rompe aquella carta ingrata, y se levanta para encender la luz. Se ha hecho de noche.




