Patria
Mientras se revela como un sinónimo de intolerancia, de histrionismo, de ignorancia y de estupidez, pienso que encarna también el fracaso colectivo de varias generaciones de españoles.
La Columna de Almudena Grandes: 'Patria'
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Madrid
Hace algunos años, en un debate literario, un escritor español me llamó patriota. Supongo que no pretendía ofenderme, sólo desorientarme para zanjar una discusión en la que no lograba imponer sus argumentos, pero desde ese día, le he dado muchas vueltas a la palabra patria, que me parece hermosa y no me causa la menor inquietud hasta que llega el 12 de octubre. Entonces, mientras se revela como un sinónimo de intolerancia, de histrionismo, de ignorancia y de estupidez, pienso que encarna también el fracaso colectivo de varias generaciones de españoles.
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Por eso me emocionó tanto que la Universidad de Salamanca quisiera celebrar este año el ochenta aniversario del célebre discurso con el que Miguel de Unamuno desafió a Millán Astray. Esas palabras proféticas, que le costaron el ostracismo que desembocó en su muerte, simbolizan lo que entiendo yo por patriotismo, también por coraje intelectual. Venceréis, pero no convenceréis, volvió a clamar don Miguel antesdeayer, en la voz de José Luis Gómez.
Ojalá este acto se repita año tras año, hasta que el espíritu de Unamuno empape las conciencias de los ciudadanos de este país anormal, que sólo se parece a los demás cuando once individuos corren detrás de un balón. El 12 de octubre bien podría ser la fiesta nacional en memoria de aquel discurso ejemplar, inspirado en el anhelo de una España que nunca ha llegado a existir. Porque mientras la patria siga siendo un problema, los vencedores de entonces seguirán venciendo, aunque no convenzan. Y para ellos, para sus herederos, convencer siempre ha sido lo de menos.