La granada de mano de Correa

Madrid

Francisco Correa ya había anunciado que su declaración podía ser como una granada de mano, y así ha sido: ha provocado un gran destrozo en el PSOE. En pura lógica, lo que reveló el cabecilla de la Gürtel debería inculpar a Aznar, a sus secretarios generales y a Esperanza Aguirre, sin exculpar en modo alguno a Rajoy, que ocupaba cargos de primerísima fila en la época estudiada.

Si se aplicara la doctrina inaugurada por la jueza Alaya para los casos Chaves-Griñán, podría abrirse una pieza política en la causa, y correrían el riesgo de ser inculpados penalmente como culpables de permitir una mecánica corrupta. En todo caso, la responsabilidad política de todos ellos aparecería como aplastante.

En pura lógica, si este país no hubiera perdido la cabeza ni la decencia, a la pregunta clave del momento presente -¿cuántos diputados del PSOE se abstendrán en la investidura de Rajoy?- se estaría añadiendo otra -¿cuántos diputados del PP se abstendrán o votarán no después de lo oído a Correa?-. Pero los socialistas, con su calamitosa guerra civil, han logrado la cuadratura del círculo, que la bomba Gürtel no le haga ni cosquillas al PP y que al PSOE, al dramatizar aún más la abstención, le haga el destrozo que le faltaba. El PSOE avanza hacia la abstención y la ruptura.