Muerte a un activista

Madrid

"Había una necesidad de no quedarse callados ante la precariedad laboral. La necesidad de tomar las riendas de nuestra vida y no ser pisoteados. La necesidad de abrir un espacio de diálogo frente a la violencia que habían ejercido en otras ciudades". Este impulso movió a miles de jóvenes a viajar a Génova en julio de 2001 para organizar una contracumbre al G8 que se celebraba en la ciudad italiana.

Carlo Giuliani era un joven de 23 años que se sumó a aquel movimiento. El día 20 planeó pasar la tarde en la playa pero se cruzó en su camino una de las manifestaciones organizadas alrededor de la llamada "zona roja", el perímetro de seguridad organizado entorno a la cumbre de líderes mundiales. "Los gobiernos del mundo sintieron la necesidad de blindarse. Sólo podían acceder vecinos acreditados".

La protesta que atrajo a Carlo tenía como objetivo romper aquella línea policial como acción de desobediencia pacífica frente a los que se identificaba como responsables de la precariedad mundial. Carlo murió aquella tarde. Recibió dos disparos, uno en la frente. Ya en el suelo, fue atropellado dos veces por una patrulla de los carabinieri.

Lali Álvarez formaba parte de aquellos movimientos y se inspira en las últimas horas del joven para llevar a escena "Ragazzo", un reflejo de aquella tensión y efervescencia social a través de los ojos de un muchacho repleto de inquietudes e interpretado por Oriol Pla. Un arrollador monólogo enfrenta al espectador ante el dilema de la violencia y los que la justifican.

Con su ayuda, recreamos los últimos instantes del joven cuya muerte sacudió al movimiento antiglobalización.

"Ragazzo", hasta el 30 de octubre en el Teatro del Barrio de Madrid.