Respirar veneno
Es urgente dotarse de una estrategia a largo plazo que ataje el problema de origen, el abuso del coche privado casi para uso individual, que planifique el transporte público para convertirlo en una alternativa real
Madrid
Madrid amanece hoy con la noticia de que pueden circular por el centro todos los coches, con cualquier matrícula porque finalmente anoche el nivel de dióxido de nitrógeno bajó en vez de subir y mejoró la calidad del aire que respiramos. Esta vez no ha sido necesario tomar una medida tan drástica como reducir el tráfico a la mitad, pero puede serlo en cualquier momento.
Pepa Bueno
Pepa Bueno
Pero que una medida tan llamativa, cuando toque, no nos impida pensar en lo importante: y lo importante es que estamos respirando un aire sucio, que supera con frecuencia los niveles de alerta. Es la salud lo que está en juego, no la molestia puntual de tardar más o menos en llegar al trabajo.
Hoy es Madrid pero el año pasado fue París y Barcelona, donde han tenido que activar ya en alguna ocasión su protocolo anticontaminación. En definitiva, que las grandes ciudades tienen un problema porque nuestro modo de vida produce contaminación por encima de lo que podemos permitirnos.
Por eso, además de enfrentar las situaciones de emergencia, es urgente dotarse de una estrategia a largo plazo que ataje el problema de origen, el abuso del coche privado casi para uso individual, que planifique el transporte público para convertirlo en una alternativa real, que apueste por las energías limpias, que invierta con decisión en el coche eléctrico y acabe con la dependencia exclusiva de las energías fósiles, una estrategia que trasciende a los Ayuntamientos aunque sean ellos la primera administración que tenga que actuar con medidas de choque. Las Comunidades Autónomas y el Gobierno central no pueden permanecer al margen de la solución, por presupuesto y competencias y porque el veneno en el aire no se detiene donde acaba el término municipal.
Por cierto, hace una semana ERC, Ciu, PP y C’s tumbaron las ordenanzas municipales de la alcaldesa Ada Colau que incluían medidas disuasorias como hacer pagar más por aparcar a los coches más grandes y contaminantes. Cuando en Barcelona toque poner algún parche drástico como el que hemos estado a punto de tener que poner en Madrid, habrá que acordarse de esa ordenanza tumbada.
