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EL DIETARIO

Politizar la muerte

" Sí es verdad, como dice Jesús Posada, “que ha sufrido una cacería completamente injustificada”, ¿por qué el PP la apartó de la militancia y la expulsó del grupo parlamentario si sabía que era una injusticia?

El dietario de Ramoneda

El dietario de Ramoneda

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Barcelona

 Rita Barberá era la representante genuina del populismo de la derecha. Su muerte de alguna manera cierra los años de la hegemonía absoluta del PP valenciano que dejó Valencia marcada por la corrupción y por proyectos megalománicos que han endeudado las instituciones por muchos años.

Mientras señores envarados y distantes armaban negocios y complicidades desde los despachos de la Generalitat Valenciana, Rita Barberá desde el balcón el ayuntamiento conectaba con la calle. Y así fue renovando mandato tras mandato, hasta que las aguas sucias del PP desbordaron las cloacas.

Cuenta Martí Gómez que, en los años noventa, la entrevistó en su despacho y Rita le regaló el Kempis. De este libro de un monje del s.XVII, Martí saca está cita: “Atajar al principio el mal procura, si llega a echar raíces tarde se cura”. Lo que es innegable es que Barberá era un personaje. Cosa que no pueden decir muchos de sus colegas de los años en que el PP valenciano vivió en el oro y la insolencia.

Se equivoca el PP en querer politizar la muerte Barberá, porque es una estrategia que sólo puede volverse contra los populares. Si es verdad como dice Jesús Posada, “que ha sufrido una cacería completamente injustificada”, ¿por qué el PP la apartó de la militancia y la expulsó del grupo parlamentario si sabía que era una injusticia?

Pues sí, una vez más, las cosas acaban siendo lo que parecían, por mucho que se dijera lo contrario. La defenestración de Pedro Sánchez tenía como objetivo la entronización de Susana Díaz. Y en eso estamos. Ya cayó el velo del pudor. Ahora sólo falta que los socialistas demuestren que el partido aún tiene vida y salga alguna candidatura a disputar democráticamente el cargo. Después del desgarro, sólo faltaría un secretario general por aclamación, para acabar de dañar la reputación socialista.

 
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