¿Por qué no volamos los puentes?
Rajoy se comprometió hace cinco años a reducirlos trasladando la fiesta al lunes más cercano, salvo las de “mayor arraigo social”
Madrid
Si el gobierno de un país contratase a una consultora para asesorarlo sobre la ubicación de las fiestas nacionales, la última de las propuestas que haría sería la que España vive cada año en estos días: esta semana doblemente agujereada por la fiesta que complica la organización familiar y deja al país a medio gas, en la Administración y en las empresas privadas, salvo, faltaría más, en aquellas que se dedican al turismo.
¿Por qué no volamos los puentes?
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El de los puentes es un debate recurrente que nunca se cierra. Hace cinco años, Mariano Rajoy se comprometió en su investidura a reducir puentes trasladando la fiesta al lunes más cercano, salvo las de “mayor arraigo social”. Y nunca más se supo. Quizás porque en este mes de fiestas de tanto arraigo social el gobierno no se atreva a decretar, entre la Inmaculada y la Constitución, cuál debe prevalecer. Algo que la hipotética consultora tendría también muy claro.