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Europa en palabras

De política y negociación a Bruselas como centro de todo lo que se cuenta en la Unión Europea. Estos son los términos que destacan en las dos nubes de palabras que ha elaborado Alberto Bustos, catedrático de Filología de la Universidad de Extremadura, para analizar la evolución del lenguaje en estos 25 años desde el Tratado de Maastricht

Entrevista a Alberto Bustos

Entrevista a Alberto Bustos

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He seleccionado al azar veinte artículos de El País de noviembre de 1991 referentes a la Comunidad Europea y otros veinte de noviembre de 2016 que tratan de la Unión Europea. A continuación, los he introducido en un generador de nubes de palabras. Los textos nos dan una idea del discurso periodístico de ese periodo en relación con la Comunidad Europea/Unión Europea. Al mismo tiempo, se están haciendo eco del discurso político, pues dan cuenta de declaraciones, comunicados, informes, discursos.

Alberto Bustos

Alberto Bustos

Noviembre de 1991

Hay una palabra que destaca por encima de todas: política. Es un momento político, de negociación política, de discusión, de intento de llegar a acuerdos. En el centro de todo el proceso se encuentra la política de manera clara e indiscutible. Después destacan a un nivel muy parecido CE (Comunidad Europea), Europa y Unión. Esto también es coherente con lo que sabemos sobre la época. Se están sentando las bases de la Unión Europea. En el centro del discurso están Europa y la unificación política del continente en una Unión formada sobre la base de lo que ha sido hasta ese momento la Comunidad Europea.

En un escalón inferior encontramos dos palabras: Parlamento y Major. La primera está en consonancia con el hecho de que nos encontramos en un gran momento de la política. La discusión pasa por el parlamento: el Parlamento Europeo y los parlamentos nacionales. Las instituciones democráticas tienen un peso fundamental en el proceso que se está desarrollando y que va a conducir a la firma del Tratado. John Major también tiene un papel destacado porque ya en aquel momento el Reino Unido es una voz discordante en la construcción europea. Esto lo vemos también en la aparición en escalones inferiores, como un ruido de fondo dentro de la discusión, de las palabras Reino Unido, Thatcher, Londres, británico, británicos.

Además comprobamos que la discusión, la negociación, la están llevando los primeros espadas de la política nacional. Aparecen los nombres de los jefes de Estado y de Gobierno. Además de los que acabamos de mencionar, tenemos al canciller alemán (Helmut) Kohl, al presidente francés (François) Mitterrand y al primer ministro holandés (Ruud) Lubbers.

Quitando Reino Unido, apenas aparecen los nombres de los países miembros. Solo están Alemania, Holanda y España en un tamaño muy pequeño. Lo que esto indica es que mientras el Reino Unido está haciendo una defensa muy activa de sus posiciones particulares, el resto de países de la Comunidad se mantiene en segundo plano. Lo nacional no es prioritario. Todo el protagonismo es para Europa y su proceso de construcción.

En conjunto, vemos que hay unos focos de interés claros y dominantes. Todo lo demás pasa a un discreto segundo plano.

Alberto Bustos

Alberto Bustos

Noviembre de 2016

El panorama ha dado un vuelco. La palabra que más peso tiene es Bruselas. Además ha ascendido hasta el tercer nivel Comisión (por la Comisión Europea). El centro de todo el discurso sobre la Unión Europea está en la capital comunitaria, en su órgano ejecutivo y en las decisiones que emanan de aquí. La política aparece, pero notablemente encogida. Hay que rebuscar bien por la nube de palabras para encontrarla. El parlamento ha sido barrido del panorama.

En el segundo escalón están empatadas las palabras España y Europa. En 1991 había una clara separación entre la información nacional y la comunitaria. En nuestros días la frontera se ha borrado: hablar de España es hablar de Europa y viceversa. Por eso aparecen al mismo nivel.

Bajando otro escalón encontramos las palabras países, economía, PIB. El debate se ha renacionalizado. Esto se nota también porque aparecen nombres de países: Alemania y su capital Berlín (el más potente), Francia (más pequeñito, en una posición subordinada), Italia (minúscula), Grecia (por los problemas del rescate). Los países miembros levantan la manita y hablan cada uno con su propia voz. También es llamativo que han desaparecido de la foto los líderes. Solo aparece Juncker en una posición muy menor como presidente de la Comisión y (Luis de) Guindos como representante económico de España. Ahora no se habla de política, de acuerdos y de unión, sino del bolsillo. Ya hemos mencionado economía y PIB, pero también asoman en niveles inferiores millones, deuda, crisis, déficit, BCE, bancos, crecimiento, tipos (de interés), ajustes, recuperación, empresas...

Se percibe una gran dispersión. Los focos de interés no son tan claros como en 1991, cuando había un gran tema y un objetivo. Está todo más repartido. Esto sugiere ruido de fondo y además una falta de proyecto y de objetivos que centren la discusión. Dentro de ese ruido encontramos un gran número de palabras relacionadas con el exterior de la Unión Europea y con su seguridad como Trump, EEUU, Turquía, riesgo, terrorismo, controles, fronteras, refugiados, defensa, seguridad, incertidumbre, etc. La agenda viene marcada por factores externos a los que se reacciona. No hay un plan previo. No se está yendo a ningún sitio. Estamos a la defensiva.

Alberto Bustos es catedrático de Filología de la Universidad de Extremadura.

 
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