Con el coche hemos topado

Madrid
Con el coche hemos topado. Cada vez son más las ciudades europeas que se ven obligadas a imponer restricciones de tráfico por la polución, pero nunca deja de ser noticia y motivo de polémica. Hoy le toca a Madrid dar titulares. Y es que la medida está cargada de connotaciones. Lleva música de apocalipsis, porque nos advierte de un futuro de riesgo que puede cambiar nuestros hábitos, y porque toca al automóvil, un icono del éxito de las clases medias, símbolo de autonomía y de emancipación. En tiempos ya de por si oscuros, más sombras sobre un modo de vida que parecía incuestionable.
Dos españoles detenidos en Grecia por intentar trasladar a España a ocho refugiados. Se les acusa de tráfico ilegal de personas, pero más allá de este caso concreto del que falta conocer detalles, me pregunto si en estos tiempos posrevolucionarios estamos ante el nacimiento de una nueva forma de activismo. Ayudar a los refugiados a alcanzar sus destinos, entre la ineficiencia culpable de los gobiernos y la criminalidad de las mafias que nadie desarticula.
Obama ha devuelto a Netanyahu en Naciones Unidas, la afrenta del primer ministro israelí que en 2015 criticó en el Congreso americano la política con Irán, y Donald Trump ha salido raudo al quite protegiendo al dirigente israelí. “Sigue fuerte Israel, el 20 de enero se acerca rápidamente”, ha escrito en twitter. La bravuconada como estilo a tres semanas de alcanzar la presidencial. Muy solidas tendrán que ser las instituciones americanas para que Estados Unidos salga indemne del paso del magnate por la Casa Blanca.
Voces críticas advierten en Podemos sobre la vía suicida en que se ha metido el partido y Pablo Iglesias pone perfil humilde para decir que sabe que están avergonzando a los suyos y que él también se equivoca. El partido está dividido en dos proyectos con apoyos parecidos. Caben dos opciones: restablecer un pacto que permita compartir el proyecto, o pelearse hasta que una de las dos mitades ponga a la otra contra las cuerdas, con consecuencias perfectamente imaginables. Pablo Iglesias y los suyos han tanteado la segunda opción y se han encendido todas las alarmas. ¿No merecería la pena por lo menos intentar la primera?




