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El mundo no solo lo escriben hombres

Hay un mundo escrito por hombres y dentro de ese mundo otro, el de los corresponsales de guerra, al que pertenecía Clare Hollingworth. Ese mundo llegó a tenerlo prohibido por ley

Manuel Jabois: 'El mundo no solo lo escriben hombres'

Manuel Jabois: 'El mundo no solo lo escriben hombres'

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Madrid

La muerte de Clare Hollingworth, y que yo haya tenido que leer ayer artículos, reportajes y obituarios sobre ella, es una de las mejores pruebas de que este mundo lo escriben hombres, y por tanto parece que sólo lo protagonicen hombres.

Hay un mundo escrito por hombres y dentro de ese mundo otro, el de los corresponsales de guerra, al que pertenecía Clare Hollingworth. Ese mundo llegó a tenerlo prohibido por ley. No pudo informar de la guerra en el norte de África porque se prohibió la presencia de corresponsales británicas y ella lo que hizo fue marcharse a la revista ‘Time’. Clare Hollingworth fue reconocida, fue popular, fue premiada y su muerte ha sido una noticia recogida por medios de todo el mundo. Pero leyendo sobre ella tiene uno la impresión de que si fuese hombre en el rey del mundo de hombres, el de corresponsales de guerra, su impacto sería diferente. Recuerda Martah Gellhorn, la reportera de guerra que resulta haber quedado inmortalizada en la memoria colectiva por ser la mujer de un corresponsal de guerra mucho más incompetente y cobarde que ella, Ernest Hemingway.

La mayoría de periodistas se han metido en este oficio pensando que algún día pueden anunciar en exclusiva algo parecido a la Segunda Guerra Mundial. Hollingworth estaba durmiendo en Katowice, en la frontera entre Polonia y Alemania, y la despertaron los tanques nazis que empezaban a invadir el país. En Bucarest, cubriendo la abdicación del Rey Carol II, entregaba a la fortísima censura oficial unos reportes y luego ella pasaba otras crónicas al exterior por teléfono.

Ella contó con muchísimo cuidado la historia Kim Philby, el tercer hombre de Graham Greene, el británico espía doble que supuestamente desertó a Moscú pero con la sospecha estaliniana de que podía tratarse de un triple espía. Fue asaltada por terroristas en Argel y dejó dos frases con las que me despido. Sobre ser mujer dijo que jamás había usado su femineidad para obtener una historia que no podría obtener. Sobre el miedo dijo que lo sentía en un ascensor muy pequeño, pero no bajo el fuego de la ametralladora porque la emoción del trabajo lo superaba.

Manuel Jabois

Manuel Jabois

Es de Sanxenxo (Pontevedra) y aprendió el oficio de escribir en el periodismo local gracias a Diario...

 
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