La tiranía del optimismo
¿Ves el vaso medio lleno o medio vacío? Contraponemos con Irene Lozano el optimismo moderno, el de Leibniz y el 'Cándido' de Voltaire al pesimismo; y proponemos la eudaimonia como término medio
Madrid
Durante un tiempo estuvo de moda ser pesimista: era un síntoma de inteligencia, pero esto ha cambiado. Por todas partes escuchamos que hay que ser positivos. Se habla de que es un gran arma contra el estrés y la ansiedad y se ha llegado a decir (aunque ya se desmiente) que una actitud positiva es determinante para superar el cáncer. Esta tiranía del optimismo que se ha extendido a partir de la psicología positiva de Martin Seligman puede hacernos sentir doblemente mal cuando no somos capaces de sentirnos bien.
Más Platón y menos WhatsApp (30/01/2017) - La tiranía del optimismo
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Frente a la teoría del pensamiento positivo, la pensadora y escritora Bárbara Ehrenreich defiende en su libro Sonríe o muere. La trampa del pensamiento positivo la tesis de que demasiado optimismo anula la realidad que, a veces, es triste. Pero entre el optimismo y el pesimismo, el término medio aristotélico de la eudaimonia parece la forma de felicidad más completa. Entendida como 'la plenitud del ser', la eudaimonia incluye "los momentos malos, la desgracia, el dolor...pero es la aceptación de la vida en su plenitud: con lo bueno y lo malo", explica Irene Lozano.
'Vivimos en el mejor de los mundos posibles', afirmaba el filósofo alemán Leibniz. ¿Era un optimista acérrimo, como parodia el Cándido de Voltaire? Concha Roldán, profesora del Investigación del CSIC y directora del Instituto de Filosofía afirma que para entender la idea del optimismo de Leibniz es fundamental aclarar que en ningún momento es naif - como parece creer Voltaire. Leibniz es "un político, un diplomático realista".
"Debería ser considerado como un optimista lógico que sin embargo oculta un pesimismo metafísico: aunque sea el mejor de los mundos, contiene un mal moral", sostiene la experta en Leibniz. A su entender, de la teoría leibniziana debe quedar su racionalidad; es decir, que al sopesar las distintas posibilidades, los seres humanos harán lo que les parece lo mejor. Defiende Roldán que "frente a un voluntarismo absoluto de Descartes o un determinismo absoluto de Spinoza, hace una teoría de lo posible, lo contingente". "Si Voltaire hubiera leído a Leibniz de verdad hubiera estado de acuerdo con él", sentencia la directora del Instituto de Filosofía.