La necesidad de recuperar la melancolía de Ray Heredia

Madrid

La heroína asesina se llevó por delante a una generación de jóvenes, de artistas sensibles y llenos de talento que cayeron en sus despiadadas garras. Uno tras otros se fueron despidiendo, dejando una enorme sensación de vacío y tristeza, de incomprensión. Fueron demasiadas muertes demasiado seguidas en una especie de apocalipsis inyectable que se llevó a unos chicos de que eran demasiado jóvenes para morir. Se fue Antonio, Enrique, Pepe y también Ray, Ray Heredia. Quizá el menos conocido a pesar de su trabajo en los primeros Ketama. Heredia murió poco después de terminar su primer disco en solitario, Quien no corre, vuela (1991), un álbum inmenso que fusionó el flamenco con el pop y que nos dejó dos composiciones eternas y necesarias: La alegría de vivir y Lo bueno y lo malo.

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Ray Heredia nos dejó para siempre iba mañana de julio, tenía 28 años, nos dejó con esa frase que retumba en su único disco bajo su nombre: "Yo la busco y no la encuentro la alegría de vivir". Una frase que tras su muerte cortaba como un cuchillo recién afilado. Una frase que abre un disco bien producido por Teo Cardala, también productor de Ketama, y que se adentra en los mundos y temores de aquel joven jinete gitano que iba a comerse el mundo y acabó devorado. Sin embargo, el debut de Heredia no cayó en saco roto y sus canciones fueron calando entre el público, aunque fuese en versiones de La Barbería del Sur o de José ‘El Francés’.

El legado de Heredia poco a poco fue olvidándose, el tiempo también asesina. Aquellas canciones que llegaron a las tiendas de discos sin la promoción del artista han cumplido ya los 25 años y necesitaban una nueva vida, un nuevo público. El pasado mes de diciembre un concierto entre amigos recordó la efeméride en Madrid y este mes llega a las tiendas Por Ray Heredia, un disco homenaje con artistas tan diversos como Alejandro Sanz, Vetusta Morla, Pablo López, Juan Carmona o Alba Molina. Un álbum que mezcla estilos y géneros, como el propio Ray, y que recupera las canciones de aquel disco triste y melancólico, el testamento musical del joven Heredia. Un tributo interesante que desprende cariño, que carece de la amargura del disco original pero que cumplirá una función tremendamente necesaria, devolver a la vida aquella obra, a aquel músico maldito.