La arrogancia de una época se evapora en los juzgados

Barcelona

Seis años de prisión a Manuel Blesa y cuatro años y medio a Rodrigo Rato por apropiación indebida en el caso de las tarjetas black de Caja Madrid y Bankia. Ellos representan como nadie los años de la quimera del oro del aznarismo. Y allí se gestó la cultura nihilista, no hay límites al dinero, todo está permitido, que nos llevó a la crisis del 2008. La arrogancia de una época se evapora en los juzgados.

En pleno revuelo por las imputaciones al presidente murciano Sánchez, con el gobierno protegiéndole y resistiéndose a cumplir su pacto con Ciudadanos, el fiscal general remueve a los fiscales. Un movimiento de este tipo cuando los juzgados bullen de casos relacionados con el PP lleva inevitablemente la carga de la sospecha. ¿Qué puede pensar la ciudadanía? No es este el mejor camino para ganarse la confianza de los españoles. No se puede dar tantos motivos para pensar que las cartas están marcadas.

Siempre he pensado que la transición española no tuvo plan preestablecido, que se improvisó mucho y que hubo varios momentos claves en que pudo acabar fatal. El mensaje hoy revelado del Rey Juan Carlos a Milans del Bosch avala la idea de que se rozó el desastre y no fue la única ocasión: “Confirmando la conversación telefónica que acabamos de tener te hago saber con toda claridad lo siguiente: Afirmo mi rotunda decisión de mantener el orden constitucional dentro de la legitimidad vigente. Después de este mensaje ya no puedo volverme atrás”. Eran las 2.30 de la madrugada. O sea que durante más de ocho horas el Rey se podía haber vuelto atrás. ¿Qué faltó? Un empujoncito más y todo habría sido de otra manera. No somos nadie.