Un nombre poco romántico

Fotografía sin fechar facilitada por el Observatorio Europeo Austral (ESO) hoy, 22 de febrero de 2017 que muestra una impresión artística de la vista desde la superficie de uno de los planetas del sistema / ESO/M. Kornmesser/spaceengine.or (EFE)

Madrid
Trappist 1, la estrella en torno a la que la Nasa anunció ayer que giran siete planetas, en un sistema que se parece lo suficiente a nuestro sistema solar como para despertar todo tipo de conjeturas, no tiene ese nombre porque su descubridor pensara que era como un monje trapense, silencioso y de estricta observancia, sino porque Trappist son las iniciales en inglés de “Telescopio Pequeño para Planetas en Tránsito”, un telescopio que se levanta en el desierto de Atacama, en Chile, y con el que se observó por primera vez la estrella .
La explicación del nombre, tan poco romántica, seguramente ayuda a disminuir las expectativas que la estrella y sus planetas despierta. En cualquier caso, es inevitable que la imaginación nos haga soñar mundos lejanos habitados por algún tipo de vida tan desarrollada como la nuestra. E inmediatamente, que nos sintamos un poco avergonzados de llamar extranjeros a nuestros vecinos del país próximo. ¿Pueden ser extranjeros entre sí los habitantes de la tierra si existen otros planetas habitados?
De momento parece que sí. Que seguiremos llamándonos extranjeros durante bastante tiempo. Y que unos terrícolas pensaran que es una buena idea expulsar masivamente a otros terrícolas de un pedazo de nuestro planeta, por carecer de unos papeles determinados. Que cosa tan extraña, si lo pensamos desde Trappist1.

Soledad Gallego-Díaz
Es periodista, exdirectora del periódico 'EL PAÍS'. Actualmente firma columnas en este diario y publica...




