Una reunión inexistente que tuvo lugar

Bilbao

Esta semana hemos descubierto dos cosas: que el Gobierno está hablando con Cataluña y que el Gobierno no está hablando con Cataluña. Ante esta contradicción solo aparente, Rajoy ha tirado por el camino del medio negado la existencia de Cataluña.

Al final, el Gobierno ha tenido que admitir que Rajoy y Puigdemont se vieron en enero. La conversación no llegó a nada porque, según parece, Puigdemont habló en catalán y Rajoy en el idioma ese que solo entiende él.

Rajoy lleva diseñando su estrategia para Cataluña seis años, que, según la Universidad de Harvard, es el tiempo que un mono tardaría en escribir un verso de García Lorca si teclease aleatoriamente en un ordenador. La diferencia entre este mono y Rajoy es que el mono, al menos, parecería tener un plan. Rajoy, eso sí, ha dicho que no está dispuesto a permitir que se liquide España. Y, en todo caso, de liquidarla alguien, lo hará él mismo, que para eso es el más votado.

Según el PP, la Constitución deja clarísimo que España debe hundirse simultáneamente, y no por trozos. Para conseguirlo, cada vez que se privatice un hospital en Cataluña se privatizará otro en Madrid, y se dará la gestión a un familiar aleatorio de Jose María Aznar.

En paralelo a todo esto, el director de comunicación del Govern ha querido templar los ánimos defendido la creación de un ejército catalán. Y, bueno, si lo piensas, es completamente lógico porque alguien tendrá que proteger a los astronautas catalanes. 

Todo esto tiene una parte buena. Y es que, si las conversaciones entre Madrid y Cataluña siguen este ritmo, la Transición española terminará definitivamente en el año 2045.