Higiene
Le miro atónito, mientras con la uña del anular se hurga minuciosamente entre las muelas
Historias a media mañana con Espido Freire (06/03/2017) - Higiene
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Madrid
Le miro atónito, mientras con la uña del anular se hurga minuciosamente entre las muelas. Es un hombre de mi edad, con un traje decente, bien cortado, sin maletín, con las manos en los bolsillos y aire indolente hasta que ha mostrado una mirada preocupada, ha movido extensiblemente la lengua bajo la cortina del moflete y, después, sin disimulo, sin tampoco muchos aspavientos, ha continuado completando su higiene ante mí.
El resto del autobús no parece demasiado alterado. Yo comienzo a sentir una náusea creciente, a la que tampoco ayuda la falta de desayuno y la conducción un tanto personal del autobús. De pronto, todos me parecen dotados de mayor seguridad que yo. El hombre que ahonda entre los dientes con la uña, el conductor del autobús que intereta a su manera las normas viales, la señora, que con mirada de subcomandante se desliza en el asiento que le han cedido.
Yo no valgo para gran cosa. Voy a mis clases sin molestar a nadie, sin que nadie me mire. Anodino, anonadado, también. La culpa, sin duda, fue de mis padres, que no me transmitieron un paso firme o una autoestima consistente. Y así, en esta jungla que es el transporte público, yo no soy más que un herbívoro asustadizo que observa a los carnívoros que se relamen, a las gacelas que corren como el viento, y a los bisontes inapacibles e inamovibles. Miro por última vez al macho de dientes afilados y bajo en la siguiente parada. No es la mía, pero no puedo soportar más este ecosistema.