Pausa
Ya no bajo al parque con la niña

Historias a media mañana con Espido Freire (22/03/2017) - Pausa
El código iframe se ha copiado en el portapapeles
Madrid
Ya no bajo al parque con la niña. No era, precisamente, mi momento preferido del día, pero encajaba bien con mi horario, y así le permitía a mi mujer un respiro. Me cuesta ser sociable. Soy de esas personas que necesita una copa para animarse en una fiesta, y que no me confundan con una planta en el rincón. Las madres charlan entre ellas, con una vivacidad que a mí me desconcierta un poco. Suelo sentarme cerca de ellas (algunas son amigas de mi mujer, mujeres encantadoras, pero con las que no comparto nada) y finjo estar trabajando con la tablet.
Ese miércoles la niña, que también es tímida, se encontró con dos amiguitas del colegio. Comenzaron a jugar y a correr en esa zona de asfalto blando y verde que han tendido ahora. Tampoco es que corran mucho, con esas piernecitas regordetas y comestibles. De vez en cuando me llamaba y me saludaba con entusiasmo.
Entonces la perdí. No sé qué ocurrió. No fijé la mirada en la pantalla ni un segundo más que la vez anterior, no me distraje, no me dormí. La niña estaba allí, y de pronto no estaba. El aire ardió en mis pulmones. Me puse en pie, grité su nombre. No apareció. El mundo estallaba en llamas. Grité, aullé su nombre. Las otras madres me miraron.
-Está allí -señaló una de ellas, hacia un banco.
Ya no bajo con la niña al parque. Subí a mi casa pálido, tras haber escapado al Apocalipsis. Ahora, desde la ventana, monto guardia cuando mi mujer la lleva a jugar.




