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Salud y bienestar

No todas las grasas son malas

No todas las grasas son iguales, y por supuesto no todas son perjudiciales. Te contamos con cuáles hay que tener especial precaución (y de cuáles puedes disfrutar tranquilo)

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Madrid

En las últimas semanas, el aceite de palma ha generado una fuerte polémica en los medios de comunicación y las redes sociales. En BeOK queremos aportar nuestro granito de arena y aclarar todos los misterios que giran en torno al mundo de las grasas alimentarias. ¿Por qué es tan polémico el aceite de palma? ¿Qué diferencia a unos aceites de otros? Y, sobre todo: ¿son malas todas las grasas? La respuesta es no, te contamos por qué:

La grasa no es nuestra enemiga

Cuando escuchamos la palabra “grasa” solemos echarnos las manos a la cabeza y pensar que es algo totalmente perjudicial para el organismo, sin embargo no todas las grasas son igual de perjudiciales. Es más, las grasas reúnen infinidad de propiedades beneficiosas para nuestra salud: nuestro cuerpo las necesita necesita, ya que los lípidos y los ácidos grasos son necesarios para el buen funcionamiento celular.

Las grasas saturadas han sido demonizadas por la industria por su alto contenido en colesterol, pero juegan un papel clave en nuestro organismo. Una de sus grandes ventajas es que son estables a altas temperaturas y, por tanto, buenas para cocinar. Es el caso de la mantequilla o el aceite de coco.

El aceite de palma, la grasa más polémica

El aceite de palma es un aceite con un elevado porcentaje de ácidos grasos saturados (en torno al 50%). Aunque, como ya hemos señalado, no todas las grasas saturadas son igual de “malas”, sí que existen evidencias suficientes para afirmar que las del aceite de palma son las peores.

Su consumo en exceso se asocia a la aparición de distintas enfermedades metabólicas ya que aumenta la proporción de colesterol LDL (el llamado “malo”). Por este motivo se nos ha aconsejado tanto dejar de consumir este tipo de grasas. Suelen encontrarse principalmente en productos procesados ya que es una grasa muy barata y muy versátil.

Una de las características más apreciadas por la industria es su temperatura de fusión, que le hace permanecer sólido a temperatura ambiente manteniendo al mismo tiempo una textura sedosa y untuosa. Por esta razón se emplea con generosidad en confitería, formando muchas veces parte de las coberturas de chocolates y bombones. Permanece sólido, mantiene la forma del producto y cuando se introduce en la boca funde de forma agradable. Se le podrían encontrar sustitutos –por ejemplo aceite de soja, otros aceites hidrogenados o manteca de coco– pero no son tan económicos como los derivados del aceite de palma.

¿Entonces a que grasas hay que temerle?

Además del ácido palmítico presente en el aceite o grasa de palma, existen las temidas grasas trans. Son, básicamente, grasas artificiales creadas a partir de la hidrogenación de grasas vegetales con el objetivo de alargar la vida de los productos procesados. Estas son las verdaderas grasas malas, las que debes evitar a toda costa, pero que lamentablemente están presentes en múltiples productos como la margarina, galletas, bollería, muchos alimentos de comida rápida… Si lees los ingredientes de un producto procesado y pone “aceite vegetal”, “parcialmente hidrogenada”, “hidrogenada” o similar, mejor déjalo en la estantería del súper.

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Be OK (01/04/2017) - No todas las grasas son malas

33:15

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