Un consejo: ni se le ocurra
Escribir un libro es “meterse en un berenjenal” de impredecibles consecuencias

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El oficio del escritor no conlleva de manera automática el “glamour” de hoteles de varias estrellas, bien pagadas conferencias regadas después con gloriosos vinos en mesas de blancos manteles almidonados. Es más, en la mayoría de los casos quien se atreve a escribir un libro sufre incomprensión de periodistas y críticos siempre deseosos de encontrar los defectos, abandono de las editoriales, lecturas de algunos familiares y escasos amigos y salas de conferencias en pequeñas ciudades donde hay más sillas que personas escuchando. Son las pequeñas tragedias que afrontan aquellos que desafían una realidad tozuda y dolorosa que, cuando la aventura llega a buen puerto, llena de gozo e ilumina la esperanza del creador.

Javier Torres
Redactor de Política, trabaja en el Congreso y hace seguimiento de Vox. Anteriormente formó parte de...




