'Llamadme Alejandra', radiografía emocional de la última zarina rusa
Navegamos con Espido Freire por las páginas de su última novela galardonada con el Premio Azorín
Madrid
Desde que tenía ocho años, Laura Espido Freire se quedaba atónita leyendo historias del Medievo, de Pompeya o de sir. Lancelot. Amaba también sumergirse en la información que le desvelaban las enciclopedias porque, dice, que le hacían sentirse mayor. En uno de esos acercamientos se topó con la imagen de Alejandra, la última zarina de Rusia, cuyo rostro y puesta en escena entre joyas le cautivó y estableció una serie de vínculos emocionales que han dado resultado en Llamadme Alejandra, una novela en primera persona sobre la esposa del último zar, Nicolás II.
'Llamadme Alejandra', radiografía emocional de la última zarina rusa
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La imagen de Alejandra caló de tal forma en su mente, que hicieron falta casi 15 años para que se lanzara a escribir una biografía de aquella mujer. "Ella seguía siendo una sombra oscura", decía en relación con los demás miembros de su familia. Al final no resultó una biografía, sino una novela sobre ella, cuya narración en primera persona hace que el lector pueda empatizar, o no, con el personaje. El carácter de la esposa de Nicolás II, además, no era amable. "Era rígida, intensa, complicada y en algunos aspectos, profundamente antipática", describía su autora.
En sus páginas está presente la implicación que Alejandra tenía con su familia y viceversa. Se preocupaba por sus hijos y era tremendamente adorada por su marido, con quien vivió una historia de amor verdadero idílica. Sin embargo, no cayó en gracia por los de su clase social ni por la sociedad. "Fue una de las primeras mujeres que se enfrentó al protocolo", explicaba con relación al surgimiento de los medios de comunicación.
El final de la familia fue pésimo y establece también una conexión con la escritora, ya que fueron aniquilados el mismo día en el que cumpliría años. "Los mataron de forma muy chapucera", destacaba. Durante sus páginas, el lector envuelve de mimo a la familia hasta que se sorprende con su fusilamiento en el que dejan de ser aristócratas y son asesinados como civiles. "Me gustaba confrontar al lector con esto", añadía.
La mirada que impone Espido Freire en Llamadme Alejandra se ha visto afectada, además, por la depresión que atravesó con anterioridad. "No perdí ni la capacidad de concentración ni el sentido del humor", recordaba. Su estado de salud no se reflejó en las desdichas del personaje de Alejandra, pero sí le permitió describir ciertos aspectos. "La manera de afrontar el dolor de ella, creo que se ha beneficiado de lo que yo he pasado", concluía.