La Historia no perdona
Alguien en el PSOE deberá explicar algún día porqué cuando la corrupción debilitó más que nunca al PP, los socialistas anduvieron meses y meses enredados en sus batallitas internas
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Madrid
Hay algo en todo el tsunami de corrupción, latrocinio, expolio, abusos y porquería diversa que está aflorando de nuevo estos días…hay algo que a mí me gustaría destacar: el mensaje demoledor, tóxico y rotundo que se lanza sobre la política. Mensaje injusto, por otra parte, y que hay combatir con ahínco porque el problema no es la política sino el comportamiento de algunos políticos, el aprovechamiento que hacen de la misma. Quiero subrayar esto porque creo, sinceramente, que es un daño colateral… pero no menor; porque si se acaba resquebrajando del todo el prestigio de la política, su reputación...ese día estaremos perdidos.
Y sin embargo, parece que algunos no se den cuenta; debe ser cosa de la burbuja, o de las burbujas en que viven. Y no me refiero sólo a la frivolidad suicida y a la desfachatez con la que el partido popular viene gestionando sus líos con la corrupción. Es que hay otros mensajes que tampoco resultan muy edificantes; yo me he fijado hoy en uno –nefasto- que también a veces emerge de la política: el cainismo, o sea hacer bueno aquello de que en la vida están los amigos, los enemigos y los compañeros de partido.
Los tres candidatos a las primarias del PSOE, Susana Díaz, Pedro Sánchez y Patxi López, coincidieron ayer en el homenaje póstumo a Carme Chacón….y fueron incapaces de saludarse. “Es que no queríamos protagonismo”, han dicho después desde sus equipos. ¡Tonterías! ¡chorradas! Lo único que transmiten es que la batalla es a brazo partido y que lo demás les importa más bien poco.
Alguien en ese partido, en el PSOE, deberá explicar algún día porqué cuando la corrupción debilitó más que nunca al PP, los socialistas anduvieron meses y meses enredados en sus batallitas internas. La historia no perdona
