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'LA SCRIPT' | SERIES DE TELEVISIÓN

El capitalismo corrompió a Laura Palmer y otras reflexiones sobre 'Twin Peaks'

La serie de culto que revolucionó la televisión en los 90 regresa 27 años después

David Lynch y Mark Frost crearon toda una mitología que perdura en la memoria colectiva

La actriz Sheryl Lee interpreta a Laura Palmer en 'Twin Peaks' / ABC

Madrid

Serie de culto. La ficción que cambió la televisión. La obra que abrió un nuevo mundo al espectador. De ‘Twin Peaks’ se ha escrito mucho. Varios elementos confluyeron para que se convirtiera en un auténtico fenómeno social en los años 90. Aquí, por ejemplo, en España llegó con el nacimiento de las cadenas privadas. La primera temporada se emitió en prime time en dos semanas. Generó debates y conversación como luego haría, ya en la era digital, ‘Perdidos’. “Cuando nace, las series no eran las que tenemos ahora y los creadores cinematográficos no se pasaban a la televisión. Era como una liga menor, no un demérito, pero casi. Fue una revolución en lo estético y en los personajes. Todos estos héroes conflictivos que han recuperado actualidad”, recuerda Raquel Crisóstomo, doctora en la Universidad Pompeu Fabra.

TELEVISIÓN | Regreso a Twin Peaks

24:05

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Como la mayoría de obras de David Lynch, el tiempo sopla a su favor. Ahora, 27 años después, el director regresa a la ciudad, y aunque apenas se conocen detalles de la historia, es la oportunidad de saber si existe alguna posibilidad de redención. “El agente Cooper representaba un tipo de inocencia americana, muy vinculada a los años 50, era Cooper de casi Gary Cooper, de héroe intachable. Y el pueblo, igual. Era una especie de reserva moral y saber qué habrá pasado tras ese final con Cooper poseído por Bob es muy interesante. Saber si estos años han sido de corrosión, invasión del mal o si, por el contrario, han pasado cosas para restablecer un cierto equilibrio”, se pregunta expectante el escritor y periodista cultural Enric Ros.

Ambos profesores coordinan el libro ‘Regreso a Twin Peaks’, editado por Errata Naturae, en el que diseccionan la obra, su mitología y la relación de la serie con la filosofía, la naturaleza, la historia, lo salvaje y el mal. En sus páginas se puede leer, además, una entrevista a David Lynch sobre el origen y desarrolla de la ficción, una charla con David Chase sobre cómo influyó la parte onírica en Los Soprano, y un texto del director español Nacho Vigalondo sobre su aproximación a la obra del realizador americano. De ese volumen, extraemos cuatro reflexiones con sus autores:

1.- Los métodos del agente Cooper

Ya no vale el método sherlockiano ni el psicoanálisis, viejos métodos del racionalismo, para solucionar las angustias y problemas de la mente moderna. Ahora hay que hacer frente a esas pesadillas neoexpresionistas que Dale Cooper combate con una interpretación libre de cómo la entienden los monjes tibetanos. “El agente Cooper tiene unos métodos muy extravagantes, llamaba la atención que un agente del FBI utilizara sus sueños como una especie de psicoanalista enloquecido para interpretar un asesinato. Eso significaba además que estaba emocionalmente implicado. De alguna manera, nos transportaba de la realidad a un mundo de ensoñación en el que pasamos de los bosques como un elemento mágico a habitaciones rojas, con esos cortinajes como representación del propio espacio cinematográfico”, explica Ros, quien relaciona esa incursión en la espesura de los sueños con el síndrome ficcional del retorno de los muertos vivientes, lo que el filósofo y sociólogo esloveno Zizek definió como la fantasía fundamental de la cultura de masas contemporánea.

2.- Laura Palmer, todas las mujeres en una

Así describe Michel Chion, máximo especialista mundial de la obra de Lynch, al personaje que encarnaba Sheryl Lee. La joven rubia pasa de ser una figura de cuento, como Caperucita Roja, a un ángel caído por la tentación. Según el también profesor de la Universidad Internacional de Cataluña, es una síntesis de diferentes feminidades que tiene mucho que ver con el cine clásico. “Por un lado, es la chica inocente, la reina de las animadoras, la buena hija teóricamente, la que ayuda a los vecinos… Y luego ese lado oscuro cuando va al bar y le sube esa especie de fuego que camina con ella. Mark Frost y David Lynch se basaron en la figura de Marilyn Monroe, en esa inocencia y en ese candor pero también en esa sexualidad ardiente, destructiva, descontrolada”.

Laura Palmer, en una escena de &#039;Fuego, camina conmigo&#039;

Laura Palmer, en una escena de 'Fuego, camina conmigo' / PELÍCULA

Laura Palmer es una figura deconstruida a través de los capítulos que va perdiendo esa imagen santificada del cadáver envuelto en plástico para revelarse como un ser atormentado en una constante lucha con ese lado oscuro que luego veríamos en la precuela ‘Fuego, camina conmigo’ ¿En qué momento sucumbió a la transgresión? Enric Ros busca respuestas y plantea una teoría. “Quizá fue cuando mantuvo relaciones sexuales con Benjamin Horne. La inseminación del virus del capitalismo es precisamente lo que destruye la belleza campestre que encarnan Laura o el mismo Twin Peaks”. Rercordemos que el dueño del Great Northern Hote maquina en secreto cómo explotar ese edén norteamericano a través de negocios con unos empresarios finlandeses. También había especulación inmobiliaria en ‘Twin Peaks’.

3.- El pueblo como personaje

Una de las constantes de la obra de Lynch es esa obsesión americana de que en los pueblecitos no pasa nada hasta que un suceso hace flotar la verdadera naturaleza humana. El paraíso perdido convertido en escenario idóneo para la irrupción del horror. “La dualidad entre la ciudad maléfica y el campo benefactor o regenerador está muy presente en Lynch. Sus películas de ciudad son siempre muy infernales. La sensación de que la ciudad pervierte. Las dos colinas también recuerdan a las Torres Gemelas, la versión infame y degenerada frente a la versión natural y estilizada”, expone Ros.

El icónico cartel de la llegada a &#039;Twin Peaks&#039;

El icónico cartel de la llegada a 'Twin Peaks' / ABC

El director utiliza el bosque y la población como alegoría de un mundo en crisis que refleja la tensión entre una serie de dualidades: el campo y la ciudad, el día y la noche, lo racional y lo salvaje, lo bello y lo monstruoso, o sencillamente, el bien y el mal. “Es la belleza bucólica del lugar pequeño alterada cuando irrumpe un crimen de una manera tan transgresora. Ahora ha pasado en la serie adolescente ‘Riverdale’, se ha convertido en un topos en muchas obras. Es una constante de la narrativa norteamericana”, añade Raquel Crisóstomo.

Muchas de esas imágenes de la ciudad se han perpetuado. Por ejemplo, en la larguísima cabecera. “Te presenta un sitio idílico donde no pasa nada con ritmo muy lento que queda lejos ahora a nivel de espectador y nos introduce en un lugar idealizado al 100%”. Una postal donde la acción y los tiroteos se sustituyen por la serenidad y la contemplación del entorno, dos elementos hasta cierto punto antitelevisivos. “En la serie no importa tanto quién mató a Laura Palmer […] El protagonismo es del pueblo, del locus, de la naturaleza oculta bajo una apariencia normal”, escribe la investigadora en su capítulo

4.- El uso de los colores

‘Twin Peaks’ fue una serie con una estética innovadora, la primera que se concibió como objeto artístico al que admirar. “Son esas imágenes objeto, atemporales, que el espectador contemporáneo atesora en su retina”. Crisóstomo analiza la simbología de esas imágenes para reflejar la muerte y la trascendencia de lo esotérico y lo sobrenatural. La escena de Laura Palmer envuelta en un plástico la muestra como una figura santificada. “El azul del plástico conecta con una línea de simbología virginal del catolicismo en la historia del arte. El manto azul de las vírgenes junto al agua, el elemento de lo transitorio y el renacimiento”. Frente a esta concepción, aparece la habitación roja. Para la profesora, es el primer espacio onírico adulto en la televisión, un espacio teatral de la psique. Es un lugar inquietante, saturado, de violencia y falta de cordura. “El rojo del terciopelo nos muestra un lugar dramático, muy contextual, muy onírico, cercano al concepto de lujuria, pecado”, concluye admirando el conocimiento del uso de la plasticidad y el color de David Lynch.

Escena en la que descubren el cadáver de Laura Palmer

Escena en la que descubren el cadáver de Laura Palmer / ABC

José M. Romero

José M. Romero

Cubre la información de cine y series para El Cine en la SER y coordina la parte digital y las redes...

 
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