Mayo
En mayo ordenaba siempre los armarios
Historias a media mañana con Espido Freire (22/05/2017) - Mayo
02:07
Compartir
El código iframe se ha copiado en el portapapeles
<iframe src="https://cadenaser.com/embed/audio/460/1495446049_371014/" width="100%" height="360" frameborder="0" allowfullscreen></iframe>
Madrid
En mayo ordenaba siempre los armarios. Dejaba para el final el del pasillo, el más viejo. Cuando lo abría, el olor a madera de cedro le devolvía a su infancia en una casa que ya no existía, a los manteles de encaje e iniciales blancas, iniciales de matrimonios que ya no existían y a apellidos que se habían perdido, bordadas por monjas en sus conventos de altos muros o por adolescentes aburridas tras otros muros mentales.
Veía los espejos con el azogue picado, la leve humedad que flotaba entre los muros, las bolsitas con hierbas que perfumaban las sábanas. Lavanda, rosa vieja, muy pequeña y muy arrugada, pero con un olor inconfundible. Le traían a su madre, joven y cercana, con el pelo bien retirado de la cara, como siempre lo llevó, con su aroma a agua de rosas y a infancia sin problemas.
Olía a más cosas, aquel armario, a bocadillo con corteza gorda y grandes ojos en la miga por la que goteaba la mantequilla, a las manzanas que cortaban la lengua de lo amargas que eran y a naranja con canela y azúcar y aceite. Todo aquello brotaba en mayo con el sol y la luz, con las promesas de jugar en el jardín y de olvidarse los calcetines hasta septiembre. Los ramos de glicinias y lilas que se llevaban a la Virgen de la parroquia, y el canesú plisado del vestido que se estrenaba.
Luego cerraba el armario, y el resto del día, el resto del mes, se sentía en paz.