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Festival Cannes

La crisis de la familia burguesa

Dos de los directores europeos más perturbadores, el griego Yorgos Lanthimos, con 'The killing of the sacred deer' y el austriaco Michael Haneke, con 'Happy end', abren en canal a la gran institución del capitalismo moderno: la familia burguesa

El director Yorgos Lanthimos, la actriz Nicole Kidman y los actores Colin Farrell y Sunny Suljic, en la presentación de 'The Killing Of A Sacred Deer' / Epsilon (Getty Images)

Cannes

La familia como gran perversión, siguiendo la denuncia de Simone de Beauvoir, ha sido el tema de grandes películas europeas. Saura, Buñuel o Pasolini diseccionaron a la familia burguesa de sus respectivas épocas con mirada psicoanalítica. En esta edición de Cannes han coincidido en competición dos películas que abren en canal a la familia burguesa en el mundo en crisis de hoy. Sus responsables son Yorgos Lanthimos y Michael Haneke, dos directores con varias conexiones.

El austriaco prometía ironía con Happy end, su nuevo trabajo tras la Palma de Oro de Amour y el Oscar a mejor película en lengua extranjera. Con Isabelle Huppert y Jean Louis Trintignant vuelve a los oscuros caminos de los ricos franceses. La acción se sitúa en Calais, la zona de Francia con mayor acogida de inmigrantes y refugiados, que aparecen en la película desequilibrando el orden de la familia protagonista. Una saga de empresarios corrompida cada generación un poco más, en lo que parece una metáfora del propio sistema neoliberal europeo, más roto con cada generación de políticos que pasa y con grandes grietas, las fronteras, sentidas como una amenaza no solo en la Francia de Le Pen.

El desmoronamiento de esta familia es a su vez el desmoronamiento del sistema europeo, que creíamos que lo podía resistir todo. La cinta de Haneke elimina cualquier atisbo de sentimiento. Sus personajes son fríos, calculadores y egoístas. "Bienvenida al club", dice el personaje de Trintingant a su nieta de 13 años recién llegada a la casa familiar. El individualismo del sistema hace que nuestros hijos sean todavía más individualistas, lo que tiene consecuencias fatales, como señala el perverso final de la cinta.

La actriz Isabelle Huppert y el director Michael Haneke

La actriz Isabelle Huppert y el director Michael Haneke / Dominique Charriau

Y para colmo está la exhibición en los medios de comunicación y las redes sociales, que amplían la separación del grupo. “El mundo ha cambiado muchísimo en los últimos 20 años. Se ha sumergido en aguas turbulentas. No se puede describir el mundo actual sin las redes sociales ni los medios de comunicación, pero no es el tema de la película”, explicaba el director de Funny Games, Caché o La cinta blanca en rueda de prensa en la que ha habido grandes aplausos para una película que tiene bastantes opciones para darle la tercera Palma de Oro a Haneke

Yorgos Lanthimos no se queda atrás en provocación. The killing of a sacred deer es un drama que habla de la justicia, la venganza, la destrucción familiar, pasado por el tamiz del terror. Como en la cinta de Haneke, el mal emana de la propia familia para destruirla y generar monstruos. En Lanthimos todo es más sangriento, más espeluznante, más grueso. Igual que en Langosta, vuelve a la estética ampulosa, a veces barroca, y preciosista con una atronadora banda sonora orquestral, que podría conectar con dos potentes miembros del jurado, Almodóvar y Sorrentino, más alejados del austero y medido Haneke.

Nicole Kidman y Collin Farrel son dos médicos exitosos que protegen a sus hijos de cualquier adversidad externa, con menos sectarismo que los protagonistas de Canino. Todas las circunstancias que rodean al matrimonio -situación económica, éxito laboral, estabilidad sentimental- parecen correctas, sin embargo, hay tensiones, una amenaza externa, del hijo de un paciente fallecido que pide un sacrificio y ahí empieza la tortura familiar. Porque en la cinta del director griego, el legado de padres a hijos vuelve a ser, como en Happy end, el individualismo. Un legado envenenado que acaba con todo.

 
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