¿Podemos amar o tener sentimientos por un robot?

Madrid

Hace una semana hablábamos en este espacio de filosofía de cómo superar la muerte de un ser querido. Y entre los elementos con los que ilustramos estaba un capítulo de Black Mirror en el que un personaje perdía a su pareja y acababa sustituyéndolo por un androide. Irene Lozano plantea este lunes, a raíz de esta historia colateral, si podríamos reemplazar un ser querido por un robot y,  yendo aún más lejos,  si podemos amar o tener sentimientos por un robot. Esta idea no es nueva, es una obsesión muy hamana, que aparece, por ejemplo, en la canción Yours truly, de la ELO de 1981, en la que también una pérdida se reemplaza por una máquina.

"Black Mirror es una serie de ciencia ficción, pero ciencia ficción cercana. Yo comparo la serie con las novelas de Asimov, en las que el autor planteaba nuestros temores respecto a la tecnología. Ya planteaba que un robot nunca pueda atacar al ser humano", ha recordado Lozano. Aunque el ruso estaba a años luz de los desarrollos que imaginó, lo cierto es que ya se está trabajando en robots para que nos provean de afecto. Y es que Black Mirror plantea situaciones tecnológicas tan cercanas que muchas nos parecen que pueden ocurrir mañana.

Samantha, la robot casi consciente

El español Sergi Santos, catedrático de Nanotecnología, ha creado un prototipo de androide que cuenta con un microprocesador que funciona mediante un algoritmo y que le permite interactuar con las personas de distintos modos. El prototipo se llama Samantha y Santos le ha añadido genética fisiológica y moral: "Yo sé cómo me siento cuando alguien me toca en la espalda. Y yo he hecho que el robot también lo sepa. Con el genoma moral ella tiene sentido de la justicia. Si percibe algo que considera injusto es capaz de decir que no le gusta lo que está pasando".