Hay un juego que circula por varias redes sociales y que consiste en cambiar el rol de los personajes de Disney, poniendo al príncipe (varón blanco heterosexual) en el lugar de la princesa (la esposa del príncipe). Un juego que permite ver dinámicas de poder y de comportamiento que parecen aserradas en la sociedad postmoderna en la que nos movemos. En esa línea situamos las dos películas presentadas en la sección oficial este miércoles en el Festival de Cine de Cannes. La primera de ellas es The Beguiled, de la directora estadounidense Sofia Coppola. una versión de la novela de Thomas P. Cullinan, que Don Siegel llevó al cine en 1971 en El seductor, cinta protagonizada por Clint Eastwood. En plena guerra de secesión en Estados Unidos, un soldado confederado herido y perdido en territorio sureño, es acogido en una escuela para mujeres. Su llegada desata los instintos primarios de este grupo de mujeres de distintas edades y educadas en la moral cristiana. «La película original está contada desde el punto de vista masculino, por eso pensé que sería interesante volver a la novela y contar la historia desde la voz de los personajes femeninos», explicaba la directora de cintas como Lost in translation o Las vírgenes suicidas, que guarda mucha relación con este último trabajo. Coppola, que ha evitado la palabra feminismo en todo momento a pesar de las preguntas de la prensa, establece un interesante juego de poder entre las diferentes mujeres y este soldado, que interpeta Colin Farrell, y un exhaustivo retrato de las emociones y los instintos en plena guerra, mostrados con uno sutiles diálogos llenos de dobles sentidos y que evocan la complicada relación de este grupo de mujeres, que va desde la fraternidad hasta la competición amorosa. Dos de las escenas con más fuerza son dos cenas. En la primera de ellas es el deseo el sentimiento que emerge en estas mujeres y, en la segunda, es la muerte y el poder sobre el otro, el enemigo. Los diálogos con dobles sentidos, el clasicismo de la puesta en escena, con su habitual gusto por los encuadres cuidados y la luz, Coppola compone una cinta bella, sensual y envolvente con grandes interpretaciones de Nicole Kidman, Kristen Dunst o Elle Fanning. Puede que The Beguiled no aporte cinematográficamente nada nuevo, pero contar una historia de dominación y poder desde el punto de vista de la mujer ya es de por sí suficiente novedad. La otra película en competición, la francesa Rodin de Jacques Doillon, es otro filme clásico, otro retrato de las pulsiones humanas a través de la figura del gran escultor francés August Rodin. El punto de vista no cambia. Rodin visto por Rodin, contado por un director que muestra, tanto el trabajo artístico del escultor, como sus cuitas sentimentales. Relaciones tóxicas con su mujer, con su amante, la escultora Camille Claudel -que no logró escapar del cliché de alumna aventajada de Rodin-, y con las modelos y alumnas que tenía metidas en su taller. Protagonizada por el actor Vincent Lindon, Rodin es un retrato que ensalza al artista y menosprecia a su gran rival, Camille Claudel. Es una cinta sobre la pasión, la pasión egoísta del artista y del hombre que el director no juzga, sino que perdona. Rodin es demasiado clásico y, en ocasiones, tediosa. Un drama bien construido que muestra con delicadeza el difícil momento de esculpir las esculturas, con un final que nos hace reflexionar sobre cómo son realmente los artistas que alabamos.