La otra cara de un árbitro español

Detrás de la figura ejemplar, incluso moral, que debe ser un árbitro pues, al fin y al cabo, debe ejercer de juez y hasta psicólogo en un ambiente a veces hostil. Tras esa fachada de hombres serios se esconden personas con mucho que contar. Ese es el caso de José Luis Munuera Montero, colegiado que debutó la pasada temporada en Primera División.

Cuando sus compromisos laborales se lo permiten, Munuera Montero se levanta los viernes temprano junto a su padre y compran el pan, un pan que usarán para dar de comer al medio de centenar de personas en riesgo de exclusión social que van a comer al Centro de Día Santa Clara, en el centro de Jaén.

Esta tradición, la cual de primeras puede sorprender en un deportista de élite, le viene de familia. Su padre les ha educado en la solidaridad y la caridad, cada uno de sus 10 hijos ha ayudado en esta labor en algún momento.

Este hombre 34 años pasó tres temporadas en Segunda División hasta lograr el ascenso a la máxima categoría del fútbol español. Fuera del arbitraje trabaja como representante de productos farmacéuticos, lo que provoca que tenga poco tiempo libre, el cual emplea en tan encomiables labores. Un hombre de dos caras.