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¡Corre!

Las verdades y mentiras de las carreras de caballos en el cine.

Grabado de Eclipse

Madrid

Mahoma reunió un centenar de yeguas en su campamento junto a un río de reflejos plateados; durante tres días no dejó que bebieran. Cuando las liberó, se precipitaron hacia el río, pero Mahoma ordenó entonces a sus trompetas tocar a carga. Sólo cinco de las yeguas dejaron de correr hacia el río y renunciaron al frescor del agua para volver junto a su amo con los ojos brillantes y relinchando alegremente. El profeta las bendijo y las llamó "Khamsa al-Rasul Allah" (las cinco del profeta de Alá). Las yeguas eran Haddah, Abbayah, Kobailah, Hamdaniyah y Saqlawiyah, y en los años siguientes, todos los caballos que se decían "asil", de sangre pura, eran descendientes de estas yeguas. Hoy, más de mil quinientos años más tarde, todos los caballos de carreras del mundo descienden de cuatro únicos ejemplares de origen árabe.

El audio nos lleva por imágenes que conserva nuestra memoria de Ben-Hur, National Velvet (la película que convirtió en estrella a Elizabeth Taylor), Seabiscuit o Secretariat; de las carreras clásicas a las modernas; del tipo de caballo ya desaparecido a la raza conocida como "pura sangre inglés", inexistente hasta hace poco más de 250 años.

Uno de los mejores jockeys de Europa, el español José Luís Martínez, nos ayuda a entender el deporte de más alto riesgo, en un país cuya fama equina es muy superior a una realidad que nos mantiene en la tercera división de este deporte. "Magic" Martínez, nacido en un barrio popular del Madrid castizo, nueve veces campeón de España y que monta unos doscientos caballos al año, triunfa con siete vértebras rotas, y tiene un estilo completamente diverso al del espectacular jockey italiano Dettori, probablemente el mejor del mundo en este arranque del siglo XXI, pues cuando tiene que bajar del caballo salta desde los estribos al cielo, brazos en alto, provocando que se disparen los flashes de decenas de cámaras.

El mundo anglosajón se apoderó de los caballos de carreras a lo largo de la Revolución Industrial, "fabricando" el PSI o Pura sangre inglés. Desde entonces los hipódromos, las apuestas y la pasión por este deporte ha alcanzado niveles tan extraordinarios que han hecho pagar cincuenta millones de dólares por un ejemplar; han ocultado el lugar de enterramiento de un caballo para evitar peregrinaciones; han convertido el grabado de otro caballo en uno de los más reproducidos, o contabilizan cientos de miles de descargas de las imágenes de la recta más espectacular de la historia, protagonizada por Silky Sullivan en el Derby de Santa Anita, Estados Unidos, en 1958.

Paqui Ramos nos lleva al hipódromo de La Zarzuela en Madrid, para compartir su primera apuesta, ayudada con los "soplos" de Felipe Gimeno, periodista especializado tan experto que ha conseguido compensar pérdidas y ganancias tras muchos años por carreras de medio mundo.