Soberanismo por la vía judicial
Josep Ramoneda reflexiona sobre la forma en la que Rajoy enfoca el soberanismo catalán, la visita de Trump a París y el centenario de la revolución rusa
El dietario de Ramoneda: Soberanismo por la vía judicial
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Barcelona
Dicen que Rajoy tiene especial preocupación en evitar actuaciones contra el soberanismo que puedan dar una imagen negativa en el exterior. Que unos guardias civiles, aunque sea de paisano, vayan a recabar documentación al Teatro Nacional de Cataluña que alquiló su gran sala para un acto propagandístico sobre el referéndum es inquietante. Se está entrando directamente en el terreno de la libertad de expresión. El gobierno ha escogido la vía judicial para debilitar el soberanismo. Pero cuando se renuncia a la política el riesgo de pasarse es grande. Precisamente hoy Timothy Garton Ash dice en El País: “La política de Rajoy y del PP ha sido extremadamente insensata por no haber intentado ver la situación desde el punto de vista catalán. Es un problema político, no legal”.
Emmanuel Macron recibe a Donald Trump en Paris, con otra pomposa exhibición de grandeza histórica al gusto del presidente francés. Esta vez ha sido los Inválidos, dónde está enterrado Napoleón, el centro simbólico del encuentro culminará con la presencia del presidente americano en la Fiesta Nacional. ¿Era necesario? ¿Demostración de fuerza o de debilidad? ¿Es con tanta exhibición del arsenal simbólico que será reconocida la potencia de Francia? ¿Merece tanto reconocimiento un personaje como Trump que desprecia valores esenciales de la cultura democrática? La presidencia de Macron puede acabar atrapada en su parafernalia: el gran espectáculo de la nostalgia del poder que fue.
Este año es el centenario de la revolución rusa, que probablemente servirá para culminar su desmitificación. Empezando por la reconstrucción del relato de los hechos. Cada vez son más los historiadores que afirman que la verdadera revolución fue la de febrero, cuando de manera sorpresiva una movilización popular de amplio espectro hizo que el régimen zarista saltara por los aires. Y que la mítica revolución comunista de octubre fue solo un golpe de estado bolchevique. Pero el poder de la imagen es determinante. Y el golpe tuvo lo que le faltó a la revolución de febrero: un icono universal, el asalto al Palacio de Invierno, que el cineasta Eisenstein consagró definitivamente en su película Octubre.