El cine nació también para reírse de los invencibles

Madrid
Anoche, en el centenario del actor más duro, Robert Mitchum, TCM emitió una de las más extraordinarias películas de la historia, o al menos de la historia del cine del Oeste, El dorado. Ahí el genial actor malencarado aparece con John Wayne, el bueno de las películas. Lo mejor, aparte de los diálogos y de la ironía que desprende cada fotograma, sea brutal o despiadado, está al final, cuando ambos héroes, uno borracho y otro engreído, terminan la última refriega y pasean por el pueblo armados y cojos, como dos lisiados que habían sido llamados a ser héroes. Esa imagen vale más que mil palabras, y el cine nació también para reírse de los invencibles.




