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ESPIDO FREIRE

¿Qué relación tiene Espido Freire con la música?

La escritora le cuenta a Macarena Berlín su pasado musical y qué deben hacer los padres con los niños-prodigio

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Madrid

¿Pasa factura madurar antes de tiempo? Tener 9, 10, 11, 14... años y crecer al descompás es imaginar otro mundo con los ojos cerrados y al despertar no ver nada. Pero los niños, aunque sean niños-prodigio, se levantan con una sonrisa cantándole al mundo su talento. A Espido Freire la vida se le puso seria, tal vez, antes de tiempo y ser feliz le suponía un esfuerzo. Como todos los jóvenes, ella vino al mundo para llevarse la vida por delante. Envejecer... morir... Es el único argumento de la obra. Dentro de la Quincena Musical de San Sebastián, Macarena Berlín habla con Espido Freire en Hoy por hoy para saber más sobre su pasado musical de niña-prodigio.

Espido Freire se pregunta qué pasa con los niños-prodigio de la música

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La escritora tiene el grado superior de canto y el grado medio de piano, pero en realidad su caso comenzó a los 5 años, cuando empezó a estudiar solfeo y ópera, “lo que hoy se conoce como canto”, apunta. Pero antes de nada, es importante hablar de la precocidad, de cuáles son los beneficios de la música y de los peligros a los que se someten los niños cuando las expectativas de los padres no se corresponden con la realidad. Casi todos los padres entienden que es importante que sus hijos tengan relación con un instrumento, pero son asignaturas que apenas tienen una generación. “Tiene que ver con la incorporación masiva de los niños a la escolarización y también con una idea de cierta productividad. Es decir: El niño tiene que estar ocupado en algo, a poder ser, que beneficie su futuro”.

Haciendo memoria, habría que partir desde las generaciones nacidas en los 70 y en los 80, cuando se inició la incorporación de las actividades extraescolares. Una de estas actividades eran los idiomas, como el inglés (“que no hemos acabado de dominar jamás”), el alemán (“porque se suponía que iba a ser la gran potencia”) y el chino (“que ni siquiera lo contemplábamos”). Pero sobre todo estaba la música, como algo que podía hacer más inteligentes a los que estudiaran la materia y, también, como salida económica. “Un ejemplo es el País Vasco con su tradición de orfeones y corales. Toda la zona de Levante con las bandas. O Galicia, donde también hay una gran tradición de bandas musicales que iba de padres a hijos”. Sin embargo, ya no se trataba de estudiar de memoria, sino de obtener el grado (inicial, medio y superior), que cada vez se ha ido haciendo más complejo y más exigente… y más internacional.

En cuanto a su experiencia, Espido Freire admite que fue distinta debido a que era una niña con facilidad para determinadas aptitudes musicales, aunque se encontraba con una resistencia emocional muy importante. “La precocidad es una gran desventaja de la que casi nunca se habla: Te hace sentir sola, en cierta medida, y distinta de tus compañeros”. Además, no estaba de moda estudiar música en su tiempo, o por lo menos al nivel que ella estaba estudiando música (y menos ópera). “Después llegó el fenómeno de Operación Triunfo y los talent-show con los niños, pero cuando yo empecé a estudiar en el año 1988 o un poquito antes, era algo extravagante que te sacaba de un entorno”. Este factor podía ser un agravante, incluso, en la adolescencia, donde se trata de ser “lo más normal posible”.

No obstante, Espido Freire tuvo la suerte, desde muy jovencita, de participar con la Coral Salvé de Laredo y de acompañar a José Carreras en alguna de las giras. Dice que fue “una experiencia inolvidable”, sobre todo para potenciar idiomas y relacionarse con los adultos, pero también cree que, tal vez, fuera demasiado temprano. Es muy posible, de hecho, que el choque con el mundo adulto y el comportamiento de algunas personas con ella desencadenaran cuestiones para las que no estaba preparada. “En ese momento desarrollé un trastorno en la alimentación”. Y reflexiona: “Creo que hay un vínculo directo entre cómo yo viví esa experiencia y cómo enfermé después”. Por ese motivo, Espido Freire señala que es importante no demonizar a los niños cuando tienen un éxito temprano.

 
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