Sublime Medianía
Cada semana el filósofo Javier Gomá reflexiona con los oyentes a través de la definición de un concepto
Madrid
Ojalá sepamos desarrollar un sentido para percibir, en toda su gloria y majestad, la belleza sublime que es propia al común de los mortales.
'Sublime medianía', última palabra de la semana de Javier Gomá
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Un sentido para aquello que la doctrina romántica del genio había desechado por vulgar, y la estética moderna había apartado de su vista: me refiero a la profundidad, la intensidad y el dramatismo inmanentes a la normalidad de lo que todo el mundo hace, normalidad que adquiere, de pronto, un heroísmo inesperado y sorprendente.
Porque ninguna aventura parece mayor que la experiencia normal, común y general del vivir y envejecer en este mundo con dignidad, la aventura, en fin, de aprender a ser mortal, viaje trascendental y decisivo y tan sublime como el que, en el mito antiguo, llevó a cabo Aquiles desde el gineceo de Esciros, donde era inmortal como un dios, al campo de batalla en Troya, donde sabía que moriría, pero a cambio de ello con su ayuda los griegos vencerían a los troyanos y él alcanzaría gran gloria.
En efecto, cada hombre, cada mujer, que nace, trabaja, funda una casa y muere, participa de la intensidad y el dramatismo del viaje de Aquiles a esa mortalidad asumida y consentida. En ese yo que gasta una vida sin relieve en la brecha de la normalidad ética se ha de admirar, en justicia, el acto heroico de asumir la propia mortalidad, aunque esa heroicidad quede en la mayor parte de los casos velada por el sereno cumplimiento del deber y la ausencia de manierismo.
Contemplamos a ese yo cotidiano -cabeza de familia responsable y profesional competente- que envejece cumpliendo con su deber sin extravagancias y retorna cada día a su casa al final de una jornada posiblemente monótona y previsible, sí, pero útil para la comunidad, y en ese yo del montón, de una ejemplaridad sin relieve, reverbera la gloria del antiguo héroe homérico.