De la alerta antiterrorista: hechos y conclusiones

Madrid

La noche tiene una ventaja. Cuando llega, algunos ánimos ya se han calmado y el tiempo, el paso del tiempo, nos ayuda a valorar los datos y reposar las conclusiones.

Los hechos son estos: la Generalitat recibió el pasado mes de mayo una alerta antiterrorista que advertía del riesgo de un ataque contra zonas turísticas de gran afluencia en Barcelona, y en especial La Rambla. El gobierno catalán analizó esa alerta, la comentó con el gobierno central que también conocía esa información, unos y otros llegaron a la conclusión de que no tenía relevancia y la descartaron. La Generalitat niega que esa alerta la enviara la CIA, pero no aclara cuál fue la fuente. Una vez valorada y descartada, no se consideró necesario compartir esa información con el Ayuntamiento de Barcelona. El Periódico de Cataluña ha difundido esta tarde el mensaje original recibido por el Centro de Inteligencia Contra el Terrorismo. Fue enviado el 21 de agosto, hace diez días, se transcribía el mensaje que supuestamente Estados Unidos hizo llegar a los Mossos de Escuadra.

Las conclusiones: nadie puede sostener, con la información de la que disponemos hasta ahora, que esa alerta estuviera relacionada directamente con el atentado del 17 de agosto. Los Mossos de Escuadra o los servicios de inteligencia nunca llegaron a detectar a la célula de Alcanar así que habría sido imposible relacionar esa alerta con ese grupo del que desconocían su existencia. La única versión judicial con la que contamos hasta ahora apunta a que los terroristas atentaron en La Rambla no porque fuera su plan principal sino como respuesta al error cometido en el manejo de los explosivos. Y sin embargo, esa alerta tiene un interés indudable, como también lo tiene el contacto entre un policía belga y un mosso de escuadra. Todos esos datos deben formar parte del relato sobre los atentados. Ni se pueden negar ni se deben obviar.

Así que asumamos que hacer un relato de los hechos no implica imputar ninguna culpa de la misma forma que la acumulación de los hechos plantea algunas dudas. Y hacer preguntas, señalar las incógnitas, no es un acto de irresponsablidad ni de oportunismo. Los ciudadanos tienen derecho a saber y nosotros tenemos la obligación de preguntar. Tan deplorable es utilizar ciertas informaciones que hablan de los riesgos para la seguridad colectiva como ariete contra el independentismo como intentar establecer un cordón sanitario en torno al proceso que justificaría callar lo que se sabe.