Michael Caine, héroe de la clase obrera
El actor británico protagoniza el documental 'My generation' de David Batty, presentado en el Festival de Venecia fuera de concurso, y que retrata a la generación de artistas de los 60 provenientes de la clase trabajadora
Venecia
"Nacías en un barrio, en una familia y estabas condenado a seguir ahí, no había mejora", dice Michael Caine en el documental My Generation, presentado fuera de concurso en el Festival de Venecia. Dirigido por David Batty y producido y narrado por el actor británico, My Generation retrata los años sesenta en Londres, donde un grupo de jóvenes de la clase obrera consiguieron triunfar en la música, la moda, la fotografía, el cine o el arte.
Caine entrevista a otros coetáneos, también de familias trabajadoras, como Paul McCartney, Marianne Faithfull, la modelo Twiggy o la diseñadora Mary Quant. A través de las conversaciones actuales, entramos en los vídeos grabados aquellos años. John Lennon, Vidal Sassoon, David Bowie, Mick Jagger, Keith Richards...
My Generation es una defensa de la clase obrera. "En los sesenta la cultura pop era la cultura de la clase obrera", explicaba el director. "Yo ponía la BBC cuando era joven y solo había música clásica y noticias, contendido para la élite social", contaba Michael Caine. "Había tal clasismo que yo no me identificaba con ningún personaje", añadía. El elitismo cultural ha sido la base de la distinción de clases, desde los sesenta hasta la actualidad. La cultura pop no era considerada cultura hasta hace poco, de ahí el nacimiento hasta una corriente académica, los Estudios Culturales, precisamente en Reino Unido, que trataban de desenterrar los mitos sobre la alta cultura y la cultura popular.
"Los sesenta han sido muy importantes en mi vida. No solo porque fuera un actor joven y pobre que trataba de abrirse camino; sino porque supuso un cambio en la sociedad británica, una sociedad esnob y clasista", defendía Caine, que se sorprende de que no haya actores con acento cockney. Sin embargo, esa movilidad social se vino abajo con la llegada de Tatcher, el neoliberalismo y aquel eslogan -que todavía algunos repiten- de que las clases sociales no existen.
Ahora, como dice Owen Jones, la clase obrera está demonizada y la movilidad social ha retrocedido. Apenas hay actores de clase trabajadora, más allá de algún intérprete de las cintas de Ken Loach, y los hijos de la clase obrera solo consiguen trabajos de clase obrera. "Los jóvenes de ahora tienen la tecnología", explicaba un Caine que se ha mostrado, de nuevo, partidario del Brexit: "Estoy a favor del Brexit porque prefiero ser el pobre dueño de mi destino, antes de ser gobernados por el señor Junker. Cuando era joven oíamos la radio libre de Luxemburgo y ahora Reino Unido está gobernada desde allí. Eso no lo quiero".
La paradoja es que ahora la cultura pop, los Beatles, los Rolling, Lichestein y compañía, son ya alta cultura y, probablemente, la mayoría de los presentes en Venecia se horrorizaría ante un artista de la clase obrera de nuestros días. Piensen en lo que les viene a la cabeza cuando ven a un artista Trap. O pregúntense si hoy hay movilidad de clase, reflexionen sobre la demonización de la clase obrera o sí